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Y la idea de Satoshi Nakamoto (o quien esté detrás del pseudónimo) se hizo realidad. La semilla open source de la primera blockchain de Bitcoin no tardó en dar vida a muchas otras soluciones descentralizadas.
La primera y más conocida fue Ethereum, y de ellas derivaron cientos y cientos de altcoins; cada una con sus objetivos y sus funciones. Eso sí, casi todas partiendo de una misma gasolina: los Smart Contracts de la divisa de Butarin.
El concepto siempre es el mismo. Hablamos de trasladar los nodos y la descentralización (que no haya terceros intermediarios) a distintos contextos. Así fue como en 2014 se popularizaron a nivel internacional las DApps (Descentralized applications).
Decimos “se popularizaron” porque no eran completamente nuevas. ¿Te acuerdas cuando no existían las plataformas de streaming como Netflix, y tu única forma de ver según que pelis era piratearlas? ¿Recuerdas esas descargas en BitTorrent?
Bueno, en realidad todavía hay muchas personas que siguen descargándose cosas así. El tema es que tanto este programa como DC++ y otros similares, son sistemas peer-to-peer que utilizan protocolos de compartición idénticos a las DApps. Vamos, que son las primeritas apps descentralizadas.
Con la aparición del Ethereum lo que sucedió es que se le dio a muchos desarrolladores la posibilidad de crear nuevas apps descentralizadas con muchísima más facilidad. Ahí sí que tiene algo que ver la blockchain y su arquitectura.
Este es un tema que no siempre se trata al hablar de las criptomonedas, pero que es casi tan interesante como los protocolos de consenso a los ahora famosos NFT. Así que vamos con una introducción.
No es una pregunta cualquiera. Para distinguir una aplicación normal de una DApp te tienes que empapar de los Términos y Condiciones de cada una. Y es que, a simple vista tanto una como la otra son exactamente iguales.
Nunca podrías saber si la DApp es Airbnb o CryptoCribs, o e-chat o WhatsApp. Estos son solo algunos ejemplos, pero podríamos pasarnos así todo el día. Te descargas el software y en el día a día no notarías ninguna diferencia entre la app y la DApp.
¿Por qué entones tanto rollo? Bueno, la magia de las aplicaciones descentralizadas ocurre por debajo. En WhatsApp y el resto de apps de mensajería, siempre hay un intermediario que regula los intercambios y almacena información relativa.
En el caso de esta aplicación es Facebook, y en el resto será la empresa responsable de dicho servicio. Esto, aunque pueda parecer inofensivo, supone una agresión directa contra la privacidad de las personas. Y eso no siempre gusta.
Las compañías están comprometidas a cumplir las leyes y normativas comunitarias, pero es imposible saber a ciencia cierta si el uso que se le está dando a tu información es totalmente ético.
Las DApps como e-chat, en cambio, no necesitan de ningún agente tercero para regular el funcionamiento del servicio. Ahí cada usuario es un nodo de la blockchain que cumple con su parte de la gestión del servidor.
Para entender mejor esta diferencia merece la pena detenerse en los tres componentes que conforman toda aplicación: el frontend, el backend y la capa de almacenamiento. Son comunes pero tienen funcionamientos distintos.
Si no hay un “Gran Hermano” con intereses corporativistas, entonces debe ser el pueblo el que se autogobierne. En las DApps cada usuario es un nodo que hace las veces de notario. Esto no significa más trabajo para ti, claro.
Todo se produce de forma automatizada e instantánea. No es como en el PoS de Cardano, que cada usuario debe invertir dinero para postular al bloque y después validar el de los demás. Aquí el consentimiento está redistribuido de forma orgánica.
¿Quién entonces se encarga de confirmar que cada interacción es correcta? Pues los Smart Contracts; acuerdos ejecutados cuando se cumplen las condiciones programadas. Son “puntos intermedios que se encargan de corroborar la validez de cada interacción”.
Cada vez que se produce una interacción la red actualiza los nodos, es decir, el historial que tiene cada usuario, garantizando así el funcionamiento constante de la aplicación. Si cae uno, el resto siguen sosteniendo la blockchain.
Preview of dApp Store. #Cardano pic.twitter.com/pJ9TZNMHPf
— Stepan Prucha (@StepanPrucha) September 25, 2021
Es este último punto el que hace a las DApps casi inmunes a los ciberataques. Si una organización tumba los servidores de Facebook, probablemente tendrás que esperar unas horas a que la empresa restablezca los servidores de WhatsApp.
Tampoco es la primera vez que unos ciberdelincuentes roban la información privada de millones de personas por una simple brecha de seguridad. Pues todo eso se acaba con la descentralización de las DApps.
Para que sucediera algo así los hackers tendrían que ponerse de acuerdo y atacar a todos los nodos (usuarios) al mismo tiempo. Algo que resulta prácticamente imposible por la complejidad de esa acción.
Eso por no decir que aunque cada uno conserva una copia de los datos, estos nunca se muestran de manera íntegra. El almacenamiento es criptográfico, lo que quiere decir que solo se ven unas pocas cifras de todo el código.
Las DApp al funcionar sobre una blockchain, necesitan protocolos de consenso para verificar las interacciones. En ese punto es el desarrollador el que decide si apostar por la Prueba de Trabajo (PoW) o la Prueba de Participación (PoS).
Sus ventajas con mayores que sus desventajas, pero eso no significa que no las tenga. El simple hecho de obligar a cada usuario a conservar un historial de la red ya supone incrementar el peso de cada app. Y no precisamente poco.
A la hora de descargarte uno de estos softwares verás que a lo mejor ocupa cinco, seis, o hasta diez veces más que otro programa homólogo que sirva para lo mismo. Es el principal sacrificio a realizar para obtener la seguridad de la red. Hay igualmente otras cosas:
Todos estos problemas dependen, claro, del tipo de DApp y de su configuración. Hay algunas que tienen su propia estructura y no dependen de ninguna blockchain, y otras que sí deben pasar por todo el sistema de tokens y protocolos de consenso.
En cualquier caso, a juzgar por el éxito de servicios como Golem, CryptoKitties o DASH, parece que las DApps no han hecho más que comenzar su recorrido. Por lo que es buen momento para ir cotilleando y probarlas.
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