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Si has estado pensando en comprar criptomonedas por primera vez, tienes que saber que no eres el único. Los inversores y fondos ya consideran el 2020 como el gran año para este mercado.
Es una afirmación atrevida teniendo en cuenta el gran batacazo que se dieron el Bitcoin y el resto de tokens en primavera. El periodo alcista alimentado por Elon Musk y otros especuladores saltaba por los aires tirando por tierra el avance de los últimos 12 meses.
Eso, sin embargo, no ha impedido que el mercado siguiera moviendo (a fecha de septiembre de 2021) unos 2,14 billones de dólares. En divisas hablamos de nada más y menos que 124.100 millones unidades en circulación.
Con el mercado todo el día en las noticias (restricciones en China, movimientos de Tesla, legislación nacional y comunitaria), y los fondos hablando non-stop de la digitalización de la economía ¿quién no querría también invertir?
De acuerdo con una encuesta de Statista, el 9% de la población española posee criptomonedas. Eso equivale a unos 4 millones de personas. Alucinante ¿verdad? Nuestro país está en el podio europeo junto a otros países como Suiza o Grecia, donde la penetración llega al 11%.
Todavía estamos lejos de fenómenos como el de Nigeria (32%) o Filipinas (20%), pero el mercado no deja de creer y es muy probable que los números mejoren en los próximos años. Por eso, ya puestos en este contexto, queremos ponernos en tu piel.
Si estás pensando en comprar tus primeros bitcoins de manera particular, es decir, sin ayuda de aplicaciones de ahorro o fintechs similares, lo primero que necesitarás es hacerte con una wallet.
Claro, no tienes ni idea de que estamos hablando. A lo mejor hasta has escuchado sobre ellas, pero no sabes cómo funcionan. En este artículo vamos a intentar ponerle solución, así que sigue leyendo.
En lugar de almacenar monedas, billetes y tarjetas físicas, la cartera digital sirve para conservar las claves públicas y privadas de las critpomonedas. Este software es, quizás, uno de los pocos elementos estáticos de un mercado obsesionado con la descentralización.
Si es tan especial e importante, ¿por qué no se suele hablar de él? No al menos en la prensa generalista. Pues porque al ser un componente intangible y digital, resulta complicado de concretar para usuarios ajenos a este mercado.
Ahora bien, las wallets en el mundo de los tokens y las divisas no dejan de tener una función parecida a las carteras digitales que ya utilizan servicios como Android Pay o ApplePay; almacenar información y permitir su intercambio.
Aquí la única diferencia radica en el propio valor que se gestiona. Las criptomonedas no son objetos metálicos y redondos, sino un conjunto de números y algoritmos. Para almacenarlos, claro, se necesita una disposición específica.
Las wallets lo que hacen es adaptarse a las normas del mercado y los protocolos de las distintas blockchains, para permitir el intercambio de estos valores sin pasos intermedios ni trámites añadidos.
Toda gira en torno a dos conceptos que determinan la propiedad de cada divisa. Sin ellos, no podrías demostrar que esos bitcoins o tethers son tuyos:
Si pudieras ver un intercambio en directo, lo que presenciarías no sería a dos usuarios pasándose dinero, ni a un banco intermediario. La imagen sería algo más parecida a dos códigos QR enfrentados junto a líneas de texto.
Aburrido, sí, pero totalmente seguro.
Como nos movemos en una dimensión totalmente abstracta, no tenemos las mismas limitaciones que padece una billetera física. Por eso hay wallets en casi cualquier plataforma que te puedas imaginar.
Desde una app hasta dispositivos físicos ad hoc desarrollados exclusivamente para almacenar la información de las criptomonedas. Elegir uno u otro dependerá de tus necesidades, pero ya te adelantamos que lo más sencillo es empezar desde el ordenador o el móvil.
En cualquier caso, se distinguen por su nivel de peligrosidad (exposición a ataques). Las hot wallets serían aquellas que necesitan de conexión a Internet o dependen de terceros, y las cold wallets las que no. En este último grupo solo entran las de tipo hardware o paper.
Programa que se instala en el ordenador de sobremesa o portátil, y que suelen incluir funciones adicionales respecto a lo habitual en una billetera digital. Lo más habitual es tener acceso a la bolsa, para poder también operar con las mismas claves ahí.
Este tipo de wallets son los menos utilizados por la inseguridad que llevan aparejados. El mismo hecho de tener que utilizar el PC para manejarlo ya introduce la exposición de este equipo a la cartera. Aquí destacan Hive OS, Electrum, Bitcoin Core y Armony.
Servicio online que hace las veces de cartera para enviar y almacenar criptomonedas. Al estar en un servidor externo protegido por la propia arquitectura de los desarrolladores, resulta mucho más seguro que la wallet de escritorio.
Eso no significa que sea completamente infalible. De hecho no son extraños los casos de suplantaciones de identidad, malware y hurtos de contraseñas. Como el servicio siempre es de terceros, el riesgo de estafa es imposible de eliminar.
¿Lo bueno? Que este tipo de wallets puede utilizarse desde cualquier dispositivo y lugar. Las opciones más conocidas en esta parcela son Coinbase, Gemini o Blokchain, entre muchas otras.
Es la billetera digital más segura de todas por un motivo muy sencillo: no dependes de nadie ni de nada para utilizarla. Hablamos de un periférico como podría serlo un pen USB o un disco duro externo.
Permiten almacenar las claves sin necesidad de una conexión a Internet y resultan prácticamente inmunes a ciberataques. Para hacerlo funcionar solo hay que conectarlo a un ordenador mediante cable USB, introducir la clave privada y empezar a operar.
Este hardware suele tener un precio de entre 100 y 200 euros, dependiendo de la seguridad ofrecida y de la marca. Las más conocidas son Ledger y Trezor, aunque cada mes a mes van apareciendo nuevas.
Es idéntica a la billetera de escritorio, con la única diferencia de que se ejecuta directamente en un smartphone. Esto ocurre a través de aplicaciones específicas que se apoyan en el NFC y los códigos QR para facilitar los pagos con criptomonedas en negocios físicos.
Suelen ser compatibles tanto con Android como con iOS, y al igual que sucede con el resto de apps, demandan un cierto filtro de precaución para evitar engaños. ¿Lo más recomendable? Descargar solo aquellas que estén alojadas en páginas de confianza.
Las más conocidas son Bitcoin Wallet, Mycelium Bitcoin Wallet y Hive, aunque hay muchas más.
Tras estudiar todas las opciones, preguntar y comparar, por fin te decides por una wallet. La comprarás o descargarás dependiendo del tipo que sea, y a la hora de configurarla lo primero que tendrás que hacer será crearte una clave privada.
Existen diferentes algoritmos para ello, pero tu no tendrás que preocuparte de nada. La idea es apostar por algoritmos complejos para garantizar un elevado nivel de seguridad. Eso puede pasar tanto por ECDSA como por EdDSA.
De ahí se pasa a una curva elíptica que también varía. El mismísimo Satoshi Nakamoto apostó por ECDSA en los orígenes del Bitcoin, y hoy hasta certificados de seguridad tan conocidos como SSL o TSL usan este algoritmo “asimétrico”. Vamos, que es ultraseguro.
Con la clave privada ya creada se generará la pública a partir de ella. Es complicado de explicar, pero solo has de saber que está relacionada matemáticamente una con la otra.
De esta última clave se descolgarán las direcciones para enviar y recibir criptomonedas.
Ahora bien, aunque la privada derive de la pública, esto no significa que pueda realizarse el proceso inverso. Es decir, que alguien llegue a tu clave privada que solo conoces tú, infiriendo la única información visible.
No, no nos hemos olvidado de las firmas digitales. La clave privada, a diferencia del PIN de la tarjeta del banco, no se utiliza a la hora de realizar transacciones. Para evitar vulnerabilidades se emplea en su lugar una de estas firmas.
Se incluyen en el apartado scriptSign de las transacciones y se calculan a partir de la propia clave privada y de información aledaña al propio intercambio. O lo que es lo mismo, en cada operación habrá una firma distinta dependiente de cada hash.
Sin ellas sería imposible demostrar que los bitcoins son de tu propiedad. ¿Qué pasa si la pierdes? Es algo bastante habitual. De hecho, se calcula que en la actualidad un 23% de los bitcoin, unos 220 millones de dólares, están ilocalizables dentro del mercado.
Hay algunas wallets HD conocidas como “deterministas” que generan una seed al momento de configurarlas. Con ese código se podría restaurar y recuperar el monedero en supuestos como los que imaginamos.
En el resto de casos la cosa se complica. Bien es cierto que ya hay proyectos basados en identidad digital que están tratando de resolver este problema. El proyecto “Social Recovery Wallets”, por ejemplo, propone añadir claves guardianas a la privada principal.
Cuando un usuario se olvida del número, podría acudir a las personas que custodian estos otros códigos para desbloquear la billetera. Es lo que también se conoce como “multifirma”.
Somos conscientes de que todo esto de las wallets, los algoritmos y el resto de anglicismos pueden resultar algo complicados de entender. Por eso te recomendamos que te lo tomes con calma y pienses antes de hacer nada.
Una vez manejes bien la billetera podrás empezar a invertir y mover criptomonedas. Así que no empieces a construir la casa por el tejado.
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