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Xbox ha visto la gloria con sus modelos Series X y S al ser las consolas más vendidas de la marca en toda su historia. Por un lado tenemos el mastodonte que podría compararse con un ordenador gamer, y en el otro está la alternativa más asequible, pero ¿en qué se diferencian realmente?
Desembolsar esta cantidad de dinero es algo que no podemos hacer sin pensar. Estos dos modelos son similares pero tienen alguna característica diferente que justifica el aumento de precio: aquí te las traemos todas.
A diferencia de las consolas anteriores, los dos nuevos modelos no se parecen en nada además del nombre. Mientras que la Xbox Series X es un prisma que recuerda a una torre de ordenador, diseñada para estar de pie y en color negro, el modelo “S” es justo al contrario.
Esta tiene un aspecto más similar a la anterior Xbox One S, diseñada en color blanco y con una gran rejilla redonda que parece un altavoz. La movilidad es otra de las ventajas de este modelo, es notablemente más fina y ligera.
Tanto en el modelo Series X como en el Series S el procesador que integran es el de ocho núcleos AMD Zen 2. Sin embargo la “X” funciona a 3,8 GHz por núcleo y el modelo “S” a 3,6 GHz.
Pero la verdadera diferencia llega en el procesamiento de los gráficos, ya que la Serie X tiene 12 TFLOPS de potencia de gráficos RDNA 2 mientras que la Serie S incluye 4 TFLOPS. A su vez, la cantidad de RAM del modelo más “tocho” tiene 16 GB, algo más que los incluidos en su hermana pequeña (10 GB).
La calidad de la imagen es buena en ambas, pero la Serie X ejecuta juegos en resolución de 4K mientras que la S solo llega hasta los 1440p. Aun así, las dos ejecutan los juegos a 60 fps por defecto (salvo en excepciones que llega a los 120 fps).
El tipo de memoria es SSD por lo que los tiempos de carga y demás procesos son más rápidos debido a su estado sólido. Cada uno de ellos tiene compatibilidad con la reanudación rápida de Xbox que habilita la pausa de seis juegos a la vez.
Mientras que el modelo X cuenta con una capacidad de 1TB, la Xbox Serie S incluye 512GB. Aunque es más pequeño, la calidad es la misma, pero de esta forma permite reducir el precio final de la consola. Aun así, es una diferencia significativa ya que algunos juegos llegan a ocupar 80 GB.
Tanto el modelo X como el S tienen la capacidad de incluir una tarjeta de memoria externa para aumentar la capacidad total si fuera necesario. Y no solo uno: hasta tres discos duros externos puedes conectar a la vez.
Dentro de la caja, ambos modelos incluyen el clásico mando alimentado por pilas AA. Si eres de los que conservan los de la Xbox One, no te preocupes, son compatibles.
En este caso, los dos controladores son exactamente iguales, lo único que cambia es el color. Además de tener mandos compatibles con Xbox One, todos los otros accesorios de este modelo también se pueden utilizar en los modelos X y S.
Además, casi todos los juegos de Xbox (sean para la One, Original o 360) funcionarán en esta nueva consola, salvo los que utilicen Kinect. El único “problema” es que estos títulos se reproducirán a una calidad mucho más baja de la que puede ofrecer.
Xbox ha dotado a las dos consolas de frecuencia de actualización variable, modo automático de baja latencia, HDR, Dolby Vision y Dolby Atmos. Con todas estas características, disfrutarás al máximo de todo el contenido multimedia que quieras.
Eso sí, la Serie X tiene un punto diferencial la presencia de Blu-ray 4K Ultra-HD, algo que le falta al modelo S. No tiene siquiera unidad de disco física, algo que ha molestado bastante a sus usuarios.
Aun así, los dos modelos son compatibles con HDR, Dolby Vision y Atmos para vídeos y juegos. Esto es un hito ya que ha sido la primera consola en contar con este soporte para videojuegos.
El precio también es un factor importante a la hora de elegir una consola. En este caso, la mayor diferencia entre ambas consolas es lo que cuestan. Mientras que la Serie S alcanza los 299 euros, la más grande tiene un precio de 499.
Esta decisión está justificada en todas las pequeñas diferencias que hemos mencionado antes, que sumadas una a una acaban creando un salto importante.
La estrategia de Microsoft al lanzar estas dos consolas es clara, quiere diferenciar a su público entre los jugadores ocasionales y aquellos que pasan horas disfrutando de los mejores títulos. De esta forma ajusta las necesidades (y el precio) a cada perfil para que todos accedan a ella.
Por ello, dependiendo de qué uso vayas a darle, elige teniendo en cuenta cuáles son sus características. Si quieres exprimir al máximo títulos exigentes, gástate un poco más y pilla el modelo Serie X, notarás la diferencia.
Por el contrario, si quieres pasártelo bien un rato solo o con amigos disfrutando de juegos más básicos o el mejor contenido multimedia, la Serie S es la tuya.
Piénsatelo bien a la hora de elegir el modelo e invierte bien tu dinero para no arrepentirte. Sea cual sea la elección, lo importante es divertirse.
