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Ya te habrás dado cuenta del truco en más de una ocasión. Envías una imagen por WhatsApp y cuando llega al receptor ha perdido gran parte de su calidad. Esto se debe a un sistema de compresión básica de los servicios en Internet.
Para ahorrar recursos y evitar que los servicios se ralenticen, los desarrolladores obligan a los archivos a pasar por una suerte de rodillo que reduce mucho su peso, para después recomponerse artificialmente con resultados dispares.
El problema es que este proceso no deja intacta la calidad de la imagen. En WhatsApp, el ejemplo más claro de todos, las imágenes llegan a perder casi un 90% de su peso. Aunque de primeras no percibas la reducción de calidad, en cuanto hagas un poco de zoom lo verás.
Bordes poco definidos, aberraciones, píxeles más grandes de lo normal, alteración de la luz; digamos que las aplicaciones no son muy buenas amigas de la fotografía. Y esto se aplica para todas las redes sociales y servicios en la red.
Facebook, Instagram, LinkedIn o Pinterest, todas y cada una de ellas tiene un límite de resolución a soportar. Imagínate que todo el mundo se dedicar a subir imágenes en 4K. Los servidores colapsarían en cuestión de segundos.
¿No hay solución? Sí que la hay. Se pueden enviar fotos sin perder calidad por WhatsApp, por eMail o por donde quieras, siempre y cuando sepas utilizar las herramientas adecuadas para ello.
Si no quieres pasar por el ordenador y estás intentando pasar todas las fotos de un viaje, el tema de la compresión puede ser una pesadilla. ¿Quién querría guardar recuerdos pixelados? Pues eso.
Para evitarlo lo único que tienes que hacer es sacar partido de las propias herramientas de WhatsApp. Así, es, sin descargar ninguna otra app. A la hora de enviar las imágenes, en lugar de hacerlo pulsando el botón "Galería", debemos hacerlo con “Documento”.
Aunque las fotos no son documentos per se, esto evitará que la app las comprima salvajemente. Luego solo deberás buscarlas en el explorador de archivos (“Descargas” en algunos teléfonos”). Es algo más molesto pero merece la pena.
Al margen de esto ten en cuenta que WhatsApp no permite enviar vídeos que pesen más de 16 MB, y que si te sobras con el tema de la resolución con las fotografías, también podrías tener alguna que otra limitación.
La pesadilla de todo currito cuando va a enviar un correo a cliente o al jefe: las imágenes adjuntadas pierden toda la calidad y la profesionalidad del curro se va al garete. Por que sí: en Gmail y Outlook también existe la compresión.
En estos casos sentimos decirte que no existe un truco tan sencillo como en WhatsApp. Para esquivar a la máquina trituradora de píxeles aquí tendrás que ingeniártelas un poco más. O lo que es lo mismo, utilizar enlaces.
En lugar de adjuntar las imágenes de forma normal, tendrás que recurrir a un servicio de terceros como WeTransfer y después pegar el enlace que te devuelva. También podrás hacerlo directamente con Google Drive, siempre que tengas los archivos ahí alojados.
Luego solo tendrás que pegar el enlace en el cuerpo del correo e indicar que ahí se encuentran los archivos del correo. No obtendrás un resultado tan bonito pero será mucho más práctico a todas luces.
E igualmente, existe un consejo general para enviar imágenes por Internet: a la hora de guardarla hazlo en formato PNG, y si puedes escoge una densidad mínima de píxeles de 96 ppp.
No es enviar fotos sin perder calidad como tal, pero lo incluimos igualmente en este artículo porque sigue estando relacionado con el tema de la compresión. En Instagram también acecha este mal, y como te puedes imaginar es una china bien grande para los influencers.
Aquí la cuestión no es tanto la pérdida de calidad al subirla, como sí lo que hacemos antes de ello. Para empezar, te recomendamos que nunca jamás hagas las fotos con la propia cámara de Instagram. Eso supone decir adiós a cualquier atisbo de definición.
Hazlas con la cámara del teléfono, edítalas como quieras y después súbelas a la aplicación. Esto también aplica para los Stories (no dejes nada al azar). Y en este paso, no te olvides de respetar las dimensiones máximas de Instagram.
Es decir, 600 x 400 para fotos horizontales y 600 x 749 para fotos verticales. En caso de que te pases será la propia app la que recortará la imagen con resultados nefastos. Prueba a recortarla con las herramientas del móvil o con recursos de terceros como Snapseed.
Y ya por último, no te pases con los megapíxeles a la hora de capturar la imagen. Mucha calidad derivará en un recorte mayor de peso por parte de Instagram. Es mejor ser comedido para obtener buenos resultados.
No hace falta ser un genio para llegar a la conclusión de que Twitter comprime las imágenes para no ralentizar el flow del scroll. Vamos, para que la feed baje con suavidad y no te quedes sin datos en un telediario.
Es algo que se agradece cuando se está fuera de casa tirando de datos y no hay ninguna red wifi cercana. Pero también puede llegar a molestar bastante cuando queremos descargarnos alguna imagen que nos ha gustado.
Para esto también hay una solución, aunque de momento solo está disponible en dispositivos iOS. Y es la siguiente: pinchas en la imagen del tuit que quieras (siempre que sea una adjunta, no previsualización), y pulsas el botón de opciones con los tres puntos en vertical.
La primera acción desplegada que verás será “Cargar en 4”. Con ello podrás conseguir el archivo en su calidad original. O al menos la que tenía en el dispositivo desde el que fue subida. Todo un alivio.
Al margen de todo esto, en la tienda de aplicaciones tanto de Android como de iOS existen multitud de opciones especializadas en el envío de archivos. Hablamos de la propia WeTransfer, pero también de Megaupload o ShareMe, entre muchas otras.
Ve probando y quédate con la herramienta que más te convenza. Pero no vuelvas a decir eso de “no sé pasar fotos a otro móvil sin perder calidad”. Será por alternativas.
