Las grandes empresas no nacen de grandes ideas, sino de buenas estrategias de financiación. Cuando un emprendedor empieza a cultivar su proyecto, uno de los primeros pasos que debe dar es el de encontrar inversores.
Es un proceso complejo en el que fracasan la mayoría, que solo permite florecer a aquellas ideas con más potencial de mercado. Es decir, las que los que tienen la pasta creen que les van a devolver un mayor retorno.
En ese mundo de las startups y los emprendedores se habla de fase seed, preseed, business angels y otras terminologías anglosajonas extrañas. Es fácil de entender: uno piensa, otro pone el dinero, y los dos ganan.
Muy bien y ¿qué pasa si de por medio introducimos a las criptomonedas? Dejando de lado los proyectos respaldados por grandes empresas o directamente entidades bancarias, hablamos de una verdadera revolución. Una con no dos figuras, sino muchas, y con un entorno más digital que físico.
Sí, como ya te habrás imaginado, estamos hablando de la blockchain; esa tecnología presente en todas las criptomonedas, que dio vida a Bitcoin, Ethereum y los cientos de altcoins, y que define por sí misma la idea de la descentralización.
Las ICO son el resultado de aplicar la cadena de bloques a la financiación de ideas. Es un concepto que va mucho más allá de lo imaginable y que no deja de ganar adeptos día tras día. ¿Te interesa todo este tema?
Entonces sigue leyendo porque aquí vamos a explicarte qué es una ICO, cuál es su papel en la creación de criptomonedas, y si tiene futuro o no.
¿Qué es una ICO desde cuándo está de moda?
Las Initial Coin Offerings (ofertas iniciales de monedas) se pueden resumir fácilmente en una sola palabra: financiación 3.0. Son el último eslabón de la cadena de un largo proceso de transformación iniciado hace más de dos décadas.
Antes de la era digital, los emprendedores inyectaban gasolina a sus proyectos vendiendo acciones, solicitando préstamos (adquiriendo deuda) o aplicando a subvenciones. Una no discriminaba a la otra, y de hecho se solían combinar.
Las mejoras tecnológicas y la elevada carga burocrática de estos procesos provocaron que en la segunda década del siglo XXI aparecieran las primeras formas de crowdfunding. El empresario se desligaba de la entidad de turno, para financiarse con la ayuda de muchas personas.
Era un primer paso hacia la descentralización, pese a que seguía siendo un proceso dirigido por el creador del proyecto. En 2015 todo esto saltó por los aires con la llegada de las famosas ICO. ¿La culpa? Una criptomoneda llamada Ethereum.
Hasta ese momento las divisas se habían ido creando mediante el minado natural. Es decir, haciendo uso del protocolo de consenso de turno (PoW o PoS). El valor adquirido era el resultado de un proceso de expectativas orgánico y coherente.
Sin embargo, este interés por el mercado de las criptomonedas pronto empezaría a atraer a un tipo de desarrollador más avispado. Como bien señalan desde bit2me Academy, en 2013 se produjo un punto de inflexión.
Algunos desarrolladores, antes de presentar su whitepaper y demás, dedicaban un par de meses, o incluso años, a minar la moneda. El truco está en que lo hacían por adelantado y de forma privada (es a lo que se denomina como preminado).
Así, en el momento del lanzamiento oficial, los creadores se guardaban parte de esas divisas generadas, para ir vendiéndolas poco a poco cuando la moneda fuera adquiriendo valor. Los programadores recuperaban la inversión y hasta llegaban a enriquecerse.
¿Justo? ¿Injusto? Lo cierto es que era el paso previo para el golpe en la mesa. Los responsables de Ethereum tomarían ese concepto para ir un paso más allá. Sí, preminaron la moneda durante todo un año, pero en lugar de especular, las vendieron para financiar más proyectos.
Había nacido el concepto de ICO y la fiebre que hasta 2019 generaría más de 25.000 millones de dólares en tokens. “Proyectos como EOS o la red Blockchain de Telegram lograron recoger más de 1.000 millones de dólares cada una”, indican desde Cointelegraph.
En combinación con los Smart Contracts, las Initial Coin Offerings fueron el picante de la fórmula que se estaba cocinando para la explosión de las altcoins. Ya no había nada que detuviese a los locos de la descentralización para crear nuevas divisas.
Todo esto es muy interesante, pero ¿cómo demonios funciona una ICO?
¿Cómo funciona una ICO?
A nivel pragmático podemos acudir a la definición de Cointelegraph. “Es un proceso de financiación mediante el cual los desarrolladores de un proyecto ofrecen al público una venta temprana de tokens para así poder recoger fondos y desarrollar el proyecto vinculado a dicho token ofrecido”.
Así, cuanto más dinero se invierta más criptomonedas se obtienen a cambio. “Los inversores adquieren los tokens ofrecidos porque consideran que, cuando el proyecto se logre desarrollar con los fondos, la moneda tendrá una alta demanda y ello impactará positivamente en el precio del activo”.
De esta manera una divisa consigue alimentarse a sí misma pese a no tener ningún recorrido y ser totalmente desconocida. Sí, el sistema es tan interesante como suena, y eso nos ha dejado tristemente con muchas estafas y escándalos mediáticos.
“Una de las características de cualquier ICO para que pueda aumentar rápidamente su precio es la falta de liquidez y oferta en el mercado del token en cuestión”, explica Alex Preukschat en El Economista. “Cualquier especulador que se atreva con este mercado es consciente de esta situación”.
Por eso se recomienda ser muy precavido a la hora de invertir dinero en uno de estos proyectos de financiación.
Cómo se lanza una ICO y precauciones
La gracia de las ICO es que cualquiera puede lanzarlas para hacer despegar su criptomoneda. A nivel de resumen podemos decir que:
- Creas un Whitepaper: a igualdad de contenido técnico y promocional.
- Reúnes al equipo y creas el prototipo.
- Abres la web oficial y empiezas la promoción con técnicas de marketing preferentemente digital.
- Programas un Smart Contract: normalmente es ERC20.
- Lanzas la ICO: “vendes los tokens en base a unas determinadas condiciones previamente definidas y dadas a conocer”, apostillan desde bit2me.
¿Es entonces dinero gratuito? No exactamente. Si bien pueden generar muchos beneficios a los emprendedores de criptomonedas, las ICO requieren de un gran esfuerzo estratégico y financiero.
“Los desarrolladores tienen que contactar con fondos de inversión y construir una comunidad fuerte alrededor del proyecto para que interactúen usuarios vinculados al mundo de las criptomonedas”, advierten en Cointelegraph.
Para que Luis se deje seducir por el whitepaper y las promesas ha de haber un buen aparato de marketing detrás. Solo así querrá invertir su dinero a cambio de unas FuetCoins que nadie conoce.
Toda esa promoción volverá a ser vital en el momento de revalorizar y seguir atrayendo a compradores.
Vamos, que no es moco de pavo. El riesgo es de hecho bastante elevado, pese a todo el misticismo y atractivo del mundo de las criptomonedas. Por eso no hay que perder de vista este fenómeno, especialmente desde la llegada de DAO, pero siempre con mano firme.