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En tu cerebro hay una cosa llamada “corteza auditiva”. Cuando escuchas una canción, una parte de ella se almacena y, como tu cerebro es una máquina muy inteligente, “sabe” que faltan partes así que se pone neuronas a la obra para completar esos espacios en blanco.
Claro que, como no te sabes la letra al 100%, tu cerebro utiliza lo que sabe una y otra vez et voilà… “tienes el toke, toke, toke…” te quedas repitiendo un fragmento sin parar.
Los expertos recomiendan algunos trucos como escuchar otra canción para reemplazar la información en tu cerebro o hacer alguna actividad que active más tu cuerpo que tu mente, por ejemplo, un partidito de fútbol.
Pero, de todas estas recomendaciones, la que se lleva la palma es escuchar al completo la canción que tienes pegada, para que tu cerebro se aprenda la letra de una vez y cese en su búsqueda desesperada por llenar huecos.
Según algunos estudios, tu buena memoria tiende a salvarte de las canciones pegadizas: cuanto más largos sean los fragmentos de letra que te sepas, menos probabilidades tendrás de que se produzca uno de estos bucles en tu cabeza.
Por lo contrario, si eres más bien despistado, tienes más papeletas para que una frase concreta te invada y se repita sin parar.
¿Te atreves a desafiar a tu cerebro? ¡Anímate con este reto y veamos si la ciencia tiene razón! Dale al play a este vídeo y comprueba con cuanta letra te quedas.
(No te preocupes si se te queda pegada esta canción: sigue leyendo y descubrirás una grata sorpresa)
Dejando a un lado las teorías que asocian este fenómeno a la buena o mala memoria, existen razones para pensar que cuando escuchas una canción “pegadiza”, tu cerebro se pone en marcha.
Al terminar la música, con la ausencia de sonidos, la cantidad de espacio en blanco en tu cabeza se hace radicalmente mayor y tu cerebro lo apaña llenando el hueco con el bucle, esta vez con más urgencia.
¿La buena noticia? Las canciones pegadizas pueden ayudar a mantener tu mente joven: el ejercicio de recordar y reproducir sin parar a una canción, sumado a tus esfuerzos por olvidar la melodía, son un ejercicio estupendo para evitar eso de “yo no soy un viejo, pero tengo la mente como uno…” Era así, ¿no?
Otro dato de los expertos: si eres especialmente susceptible a que se te queden canciones pegadas, es porque tienes un cerebro curioso, más dispuesto que otros a encontrar nuevos caminos y soluciones a los problemas del día y con más posibilidades de resistir el paso del tiempo; algo así como un cerebro siempre dispuesto a decir “Pa’fuera lo malo, noooo, no, no…”
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