Cada vez que navegamos desde nuestro móvil, allí están. No importa por dónde navegues, te las vas a encontrar en cada página web y cada red social. Se llaman cookies y han pasado de ser una perfecta combinación para el helado de vainilla, a monopolizar Internet entero.
Ellas lo saben casi todo de ti y por eso creemos justo que tu también sepas un rato largo sobre ellas.
Qué son y qué no son las cookies
Las cookies no son virus, ni spam, ni tampoco son los culpables de que se te abran aquellas ventanitas incerrables. Tampoco hay que confundirlas con “los cuquis”, que son estos.
Lo que sí son es pequeños archivos de texto que se descargan desde el navegador en tu ordenador, móvil o tablet cuando visitas una página web. Así, las empresas online no tienen que guardar nuestros datos y se evitan tener sus páginas más petadas que las de un libro de ¿Dónde está Wally? Cada uno almacena su información y todos tan amigos.
¿Y qué ganamos nosotros como usuarios? Pues, entre otras cosas, evitarnos el tener que estar todo el santo día poniendo nombres de usuario y contraseñas, que no es poco.
Cómo funcionan las cookies
Las galletas informáticas no se hacen en ningún monasterio y de artesanal tienen más bien poco, pero ya que las consumimos a diario no está mal conocer un poco más cómo se elaboran.
Cuando es tu primera vez en una web, esta le sirve una cookie a tu disco duro para que, cuando vuelvas, la página pueda seguir ese rastro que ya le dejaste, y recuperar datos como tu ubicación o tu correo electrónico. Más o menos como hacían Hansel y Gretel con las migas de pan, pero en versión 3.0.
Resumiendo, que cuando visitas una web por primera vez te dan una cookie nueva, pero si vuelves te sacan la misma, que igual ya está rancia. Un 10 para la experiencia de usuario, un 0 en cortesía.
¿Caché y cookies son lo mismo?
Aunque la caché y las cookies sean parecidas y ambas guarden los datos de nuestras expediciones interneteras, la verdad es que no son lo mismo.
Como pasa con la escoba y la escobilla, la diferencia entre caché y cookies está en su función. Mientras que las cookies sirven para saber de qué forma nos comportamos, la función de la caché es agilizar la carga de una web.
Para qué usamos las cookies
Pero las webs no nos endosan galletas para que nos hagamos más fuertes como hacían los espartanos, sino para facilitarnos la vida.
Además de recordar nombres de usuarios y contraseñas, grandes plataformas como Amazon las usan para ver qué hemos buscado y poder así mostrarnos productos que nos interesen. En la vida analógica, es como si aquella tía que siempre te regala calcetines por Navidad te pudiera ver semanas después en la tienda intentando cambiarlos. Amazon puede hacerlo, y por eso nunca nos sugiere comprar calcetines y sí la PS4.
Las redes sociales también usan galleticas, en este caso para mostrarnos contenidos también en función de lo que buscamos, por eso en Facebook no paran de salirte vídeos de gatetes en lugar de discursos de física cuántica.
Tipos de cookies
Existen muchos tipos de cookies, así que vamos a contaros las más habituales porque tampoco tenemos todo el día, majos.
En función de su duración, están las cookies de sesión y las cookies permanentes. Las primeras, como sucede con las que se venden frente a un colegio, tienen una esperanza de vida bastante corta. Recuerdan qué prefieres cuando estás visitando una web, pero cuando cierras tu navegador desaparecen.
En cambio, las cookies permanentes se quedan ahí aunque lo cierres, como aquel invitado pesado que no se va de tu casa. Pero quizá no quieras que se vayan nunca, porque recuerdan códigos postales o correos electrónicos. Si aún así queremos un poco de intimidad, siempre tenemos la opción de echarlas a patadas borrándolas de nuestro navegador.
En función de quién las genere, también existen las cookies propias o las cookies de terceros. Por ejemplo, si entras en un periódico online que te ofrece compartir un contenido en Facebook, es posible que la Mark Zuckerberg también te endiñe una galletica.
Y, en función de su objetivo, tenemos las cookies técnicas, que ofrecen tareas básicas como dejarte acceder a contenido de pago en tu plataforma de streaming. Luego están las cookies de análisis para detectar cómo se mueven los usuarios en nuestra web y finalmente las cookies publicitarias, que ayudan a mostrarnos los anuncios que más nos puedan molar.
Cookies, ¿amigas o enemigas?
Pues depende de a quién le preguntes. Está claro que poder rellenar formularios de forma automática o no tener que memorizar cada usuario y contraseña de las webs es uno de los grandes lujos del siglo XXI, solo por detrás de los robots aspiradores y la batamanta.
Sin embargo, hay quien ve las cookies como la versión digital de aquella vecina que siempre está asomadica a la ventana cotilleando de dónde venimos o a dónde vamos. Si valoras tu privacidad por encima de todo y, aunque no sea suficiente para garantizarla al 100%, te sugerimos que cuando entres en cualquier portal, lo hagas en modo incógnito.
Ahora ya sabes un poco más sobre lo que supone tener estos archivos del ciberespacio pululando por tu móvil. Que decidas cargártelos o los adoptes como tus fieles sirvientes, ya depende de ti.