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Hoy los videojuegos mejor valorados en el mercado y los más vendidos son los que incorporan los gráficos más potentes: ¡más polígonos! Pero todos sentimos morriña por esa estética retro de los píxeles que con los que crecimos.
Estos videojuegos, que todos conocemos de consolas míticas como la Nintendo 64, GameBoy o PlayStation 1 hacían uso del conocido pixel art. Gracias a la tendencia de lo vintage, han vuelto a estar de moda. Todo vuelve y vuelve. Y en este caso nos alegramos. ♾️
Para empezar, un poco de contexto no viene mal. El pixel art es un arte digital (valga la redundancia) generado por ordenador mediante el uso de programas de edición de gráficos rasterizados. ¿Qué hacen exactamente?
Estos softwares generan imágenes replicando a gran escala los patrones de los píxeles (mucho más pequeños). A principios de los 80 era un recurso derivado de la limitación técnica de los procesadores, y hoy es una elección puramente artística.
En los 80, los directores creativos estaban cómodos con esta técnica y aprovecharon las limitaciones visuales para darle forma –aunque siempre geométrica– a sus mundos de fantasía.
El pixel art puede ser isométrico o no isométrico; el primero es el que ofrece esa sensación de tridimensionalidad que conocemos de las principales sagas de rol japonesas. Y el otro es algo más vetusto y desconocido. Ahora vamos a la técnica.
Las modas pasan. Al inicio de los 90 llegó el modelado 3D; avance que encandiló a los usuarios y poco a poco les hizo olvidarse de la edad dorada de la NES y la SNES. PlayStation y SEGA abrieron la caja de Pandora de los polígonos. Pero ojito.
Algunas sagas continuaron con su uso ya que marcaba la identidad y la iconicidad de su producto. Y es que este estilo retro siguió en los corazones de los más nostálgicos. En 2005 el pixel art reflotó y se reconvirtió para llegar hasta hoy.
Los desarrolladores volvieron a los inicios del diseño por diferentes motivos; la ya mencionada nostalgia de los jugadores, la menor necesidad de utilizar recursos para estudios indie o la simple diferenciación artística entre tanto lanzamiento.
Hoy la técnica se ha vinculado mucho con los denostados NFT y el mundo blockchain, pero siguen ahí, atados a la nostalgia y el origen de la edad dorada de los videojuegos.
Y bueno, después de toda esta chapa, en Bloygo hemos reunido algunos de los que para nosotros son los mejores juegos pixel art del momento. No hacemos distinción de plataforma; solo nos guiamos por las valoraciones de Metacritic. Buen criterio, ¿no?
Su gran popularidad no es más que otra señal de cuántos fans quedamos del pixel art de los 80; si la historia es buena, la compramos igual. Caes en un mundo lleno de monstruos y debes resolver acertijos y luchar contra enemigos para sobrevivir. La cosa es que en Undertale puedes hacerte amigo de los propios monstruos. ¿Por qué tanto bombo con Sans y Papyrus en los últimos años? Bueno, estamos ante una narrativa digna del mejor Dark Souls. El pixel art es notable.
Celeste es una experiencia única; un mundo armonioso, unas mecánicas duras y desafiantes y una historia críptica y bien tirada. Madeleine es una joven que, en su lucha por escapar de la ansiedad, la depresión y hasta de la personalidad múltiple, se lanza a la escalada de una gran montaña. Plataformas sí, pero siempre en sentido vertical, con zonas realmente complicadas. Ah, y un pixel art MARAVILLOSO.
Dead Cells es el clásico metroidvania vitaminado que coge lo mejor de las mecánicas del género y se lo lleva a un enfoque pixel art con toques de fantasía y ciencia ficción. Como este hay muchos juegos, pero ninguno ha logrado un equilibrio tan perfecto. ¿El secreto? Una mecánica que te invita a morir una y otra vez para ir consiguiendo pequeñas recompensas permanentes. Por lo demás, funciona como un roguelite al uso con sus mazmorras y demás.
Una joyita 8 bits de los años 90. Shovel Knight tiene ya más de 8 años y sigue llevándose halagos. Su mecánica es bien sencilla: acompañar al protagonista en las aventuras que surgen durante su misión para rescatar a su compañero Shield Knight. La gracia es que tu arma es una pala, que los niveles son supercreativos y que la banda sonora es soberbia. Ah, y todo está randomizado, claro.
Cute, kawaii y muy muy relajante; Stardew Valley es mucho más que un simulador de agricultura. ¡No plantas nabos todo el día! Es un título ideal para desconectar y relajarte realizando tareas aleatorias en tu granja. Comienzas con una sola parcela de tierra que heredas de tu abuelo, a partir de la cual creces y creces hasta convertirte en un bussines man. Ah, y aquí hay sorpresas para parar un tren.
No te dejes engañar por la apariencia infantil y hasta naïve de los juegos pixel art. Hay por ahí auténticas locuras de jugabilidad que están pensadas para jugadores muy habilidosos. En concreto este Owlboy estuvo en desarrollo nada menos que casi 10 años. Narra la historia de Otis, un híbrido entre búho y humano que busca vengar a su pueblo natal, atacado y arrasado por unos piratas. La aventura respira old times de Nintendo.
Un bullet hell más adictivo que el azúcar; una jugabilidad de aventura, acción, salvaje y que te hace estar alerta todo el rato. Todo eso reunido en un juego de estilo pixel art compone Enter The Gungeon, una ingeniosa mezcla entre dungeon (mazmorra) y gun (pistola), uno de los mejores juegos de roguelite. La idea es ir pillando armas aleatorias, avanzar por niveles y sobrevivir. Todo, todo, todo, es random.
Los triples A están genial, pero de vez en cuando hay que dejarse llevar por lo que dicta el corazón. Y en Bloygo no podemos estar más enamorados de los juegos pixel art. 👾👾👾
