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Frozen 2 o cómo Disney se abre paso al siglo XXI

10 Septiembre 2019 - Actualizado 04 Noviembre 2019

Estamos crazy, porque en el catálogo de Rakuten Sucription ha entrado recientemente Frozen, y está disponible para ver en AgileTV, la TV a lo Yoigo. En un año en el que, como sabemos, también se estrena Frozen 2. Es obvio que el fenómeno Frozen ha llegado para quedarse, y de hecho ya se ha escrito mucho sobre él.

Repasamos este fenómeno en taquilla, qué premios ha conseguido, cómo el marketing lo ha aprovechado y, sobre todo, qué tiene Elsa para que haya generado tanto furor entre el público. Y, como no, no nos olvidamos del #GiveElsaAGirlfriend en Twitter. ¿Le habrán hecho caso los guionistas de Frozen 2?

El fenómeno de Frozen, a estudio

frozen

¿Recuerdas la fecha? 29 de noviembre de 2013. Cuando ya el frío empezaba a hacerse notar en nuestro país, llegaba a todos los cines Frozen: el reino del hielo. Y lejos de ser una película de animación de Disney más, consiguió arrasar en taquilla. Atención al dato: 1.393 millones de euros recaudados en todo el mundo. Esto la convierte en la segunda película de animación más taquillera de todos los tiempos, solo superada por El Rey León (2019).

Los premios no se hicieron esperar. En 2014 la cinta ganó el Oscar, el Globo de Oro, el premio BAFTA (entre muchos otros) a la mejor película de animación. También Let it go! -la canción principal de la cinta- ganó decenas de premios. El más destacable, el Oscar a la mejor canción original.

Después llegó su edición DVD. Solo en España se vendieron 200.000 unidades. Y si nos fijamos en la venta de juguetes y merchandising, Disney España comunicó que, por ejemplo, el disfraz de Elsa (que cuesta 49 euros y viene sin zapatos y sin la tiara) fue uno de los artículos más demandados en la navidad de 2014-2015, agotándose tanto en la tienda oficial como en otras jugueterías.

Pero no solo Disney se llenó los bolsillos. En Amazon España también notaron el fenómeno Frozen, incluso un año después de su estreno en salas. De hecho, hay más de mil productos de todo tipo sobre la película. Eso sí, los niños y niñas prefieren a Elsa mucho más que a su hermana Anna, pues en Amazon, por ejemplo, se han vendido un 151% más productos de la primera que de la segunda.

Elsa es quien lo peta

A pesar de que Anna es más extrovertida e ingeniosa, Elsa es la que tiene la ropa cool, la que tiene los poderes, y la que es más independiente. Pero el guionista David Muñoz (El espinazo del diablo, Alatriste, El Comisario...) y autor del artículo Pensando en 'Frozen’ considera que "la verdadera protagonista es Anna".

Para él, “desde el punto de vista clásico, es quien lleva a cabo la acción. Gracias a ella, Elsa llega a controlar su poder". Es precisamente ese miedo interior el que protagoniza la historia, y no una historia de amor como nos tenía acostumbrados Disney.

Nos encontramos con una Elsa que resulta atractiva por su imperfección, que no es cuidadosa, que no es tierna y que no necesita de ningún hombre para salir adelante. María José Gámez, doctora en Comunicación, reconoce que “como modelo identitario es muy satisfactorio porque no es sancionada al final del cuento. Se les está diciendo a las niñas que pueden comportarse de manera distinta a cómo la norma dice y no les va a pasar nada”.

Quizás, lo más llamativo de la película, sea que no haya un villano como tal. Y, como no, la especial conexión entre las dos hermanas, que es clave. Como apuntan las psicólogas Maryam Kia-Keating y Yalda T. Uhls en la revista TIME, “las heroínas de Frozen son auténticas y reales, y ya no se centran únicamente en encontrar un príncipe. Predican amor fraternal y poder femenino”.

Spoiler: Elsa se queda sin novia en Frozen 2

Muchos se quedaron “helados y heladas” (literal) al enterarse. La incógnita se desveló al salir a la luz el trailer de la segunda parte de Frozen. Y, aunque fue algo aclamado por muchos, te vamos a dar una noticia: Elsa no tendrá novia en esta segunda parte. Y eso que en Twitter se lanzó el hashtag #GiveElsaAGirlfriend. Disney se moderniza pero no tanto.

Todo surge a raíz de Frozen: El reino del hielo. Esta película se convirtió, para algunos, en un estandarte que representaba al colectivo LGBT, en parte por una interpretación del tema de Let It Go. Hay quienes ven en esta canción un trasfondo claro que habla sobre la aceptación de la propia identidad.

Pero no. A pesar de que el equipo creativo era consciente de que gran parte del público reclamaba una segunda parte en la que Elsa compartiera escenas de amor con otra chica, al final no ha sido así. El motivo lo explicó recientemente Kristen Anderson-Lopez, escritora de las canciones de la película.

Fue ella quien nos contó lo que pasaba: “Al igual que la primera película, Elsa no solo se define por no tener un interés romántico. Hay muchas películas que definen a una mujer por su interés romántico. Esa no es una historia que quisiéramos contar en este momento”.

Y claro, en un contexto en el que la inmensa mayoría de sus pelis definen a su protagonista por su interés romántico, hay quien alude que no habría estado del todo mal que el interés fuera otra mujer. Elsa no tendrá novia (ni novio) en cualquier caso, pues la historia se centra en los poderes que tiene la reina, en cómo crece, cómo cambia y, sobre todo, cómo encuentra su lugar en el mundo.

El personaje de Elsa no llega por casualidad

Hay que reconocer a Disney que está haciendo cambios en sus guiones. Hay una evidente evolución en el papel de la mujer en cada una de sus películas. Hoy no sería posible ver a una ingenua Blancanieves (1937) en los cines, ni a una Cenicienta (1950) que poco tiene que decir sobre su futuro.

El principio del cambio en los personajes llegaría con la “rebeldía” de Ariel en La Sirenita (1989) o de Bella, en La Bella y la Bestia (1991). Al año siguiente veríamos a una Jasmin (Aladdin, 1992) que no quiere casarse por compromiso, hasta llegar a una Pocahontas (1995) que al final es dueña de su destino. Con ellas dos se incluyó la diversidad cultural en las películas.

Después llegaría Esmeralda (El Jorobado de Notre Dame, 1996), una valiente gitana que lucha contra las injusticias; o Megara (Hércules, 1997), quien utiliza sus encantos para enamorar al hijo de Zeus e incluso se alía con el malo de la película.

Seguidamente veríamos a Mulán (1998) que se hace pasar por hombre para poder luchar en la guerra; y a Tiana (Tiana y el Sapo, 2009) una princesa negra que decide montar un pequeño negocio con sus ahorros. Posteriormente llegaría Rapunzel (Enredados, 2010), que es irónica y luchadora o Mérida (Brave, 2012), valiente e independiente cuyo sueño no es casarse sino emprender una aventura sola.

A día de hoy nos encontramos a una Elsa independiente, que no tiene novio (ni lo necesita), con miedos, lo cual la hace humana. Y, además, con una vinculación familiar tan fuerte que nada ni nadie la puede romper. Disney se abre al siglo XXI y crea princesas más cercanas a la realidad, aunque, eso sí, todavía hay quienes opinan que aún le queda un largo camino por recorrer y muchos prejuicios que romper.

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