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Las películas y libros de ciencia ficción han hecho mucho daño en algunas generaciones al presentarnos objetos y seres totalmente inventados. Desde extraterrestres horripilantes que querían invadir la Tierra hasta robots conspiradores contra los humanos, pasando por todo tipo de creaciones como coches que vuelan o artilugios que permiten viajar en el tiempo.
Uno de los súper poderes de muchos de los personajes fantásticos de dichas historias es el de leer la mente. Tampoco podemos olvidarnos del conocido Akinator, el personaje creado hace unos años para un juego online (también para el móvil) que adivina en qué famoso estás pensando.
Pero más allá de cuentos, películas y juegos ideados por creativos, el ser humano podría estar a punto de alcanzar uno de los hitos que lleva persiguiendo desde hace siglos: leer la mente. Y no es broma.
Hasta hace unos años, si hablábamos de leer la mente de las personas no podíamos separar este concepto del ámbito del esoterismo, del mundo paranormal o de la telepatía. ¿Es verdad que se puede acceder a los pensamientos de otros?
Existen reputados mentalistas en todo el mundo que, con cada uno de sus shows, dejan boquiabiertos a los espectadores cuando adivinan qué es lo que piensa alguien del público. ¿Magia? ¿Poderes? Más bien práctica, y mucha, en las tácticas de observación y sugestión.
“Cada noche al salir al escenario le digo al público que todo lo que van a ver se basa en la psicología, la sugestión y las técnicas del ilusionismo, pero cuando salgo del teatro siempre alguien me pregunta si puedo contactar con los muertos o ayudarlo con una enfermedad o un problema económico”, explicaba Luis Pardo, Premio Nacional de Mentalismo 2004 y uno de los mentalistas más reconocidos de España, en una entrevista a XL Semanal.
Y es que la desesperación y las ganas de creer muchas veces se anteponen a la lógica y a la realidad. Pero dejando de lado todo lo que tenga relación con ocultismo, artes mágicas y poderes extrasensoriales, a día podemos afirmar que se está trabajando, y mucho, en que en desarrollar una tecnología que nos permita comunicarnos con la mente. Y esto es solo el principio.
Y cómo no, la empresa fundada por Mark Zuckerberg es la que se posiciona como primera en perseguir este objetivo. ¿Quién sino? Facebook ya lo avanzó hace dos años pero parece que el proyecto está mucho más trabajado y que ya empieza a tener forma: hablamos de las gafas que nos permitirán comunicarnos con la mente.
Olvida todo lo que tenga relación con la magia y céntrate en la tecnología, porque ésta es la responsable de que ya se esté trabajando en dispositivos que nos permitan trasladar lo que pasa por nuestro cerebro a otra persona (y viceversa). ¿Cómo? Por medio de unas gafas equipadas con una tecnología llamada BCI.
Se trata de unas gafas de realidad aumentada (AR) que transcribirán en palabras lo que el usuario esté imaginando. Sin movimientos, sin apretar botones. Tal cual. Pensar y enviar. “Va a ser algo completamente nuevo, tan limpio como un descanso de todo lo que había antes”, comenta el jefe científico de Facebook Reality Labs, Michael Abrash.
La tecnología BCI, responsable de la comunicación entre cerebro y máquina, es la que está tras el diseño de las gafas que nos ayudarán a leer la mente. El trabajo, desarrollado en USFC (Universidad de California), ya ha permitido decodificar un grupo de palabras en un monitor a tiempo real, mientras las personas hablablan.
Los investigadores de la universidad, sin embargo, tienen las miras mucho más allá. Su aspiración es la de llegar a decodificar 100 palabras por minuto con un vocabulario de 1.000 palabras. Además, están trabajando duro no solo para que la tasa de error sea inferior al 17% sino para que este sistema se pueda aplicar a vocabularios mucho más grandes.
“Dentro de una década, la capacidad de escribir directamente desde nuestros cerebros puede aceptarse como un hecho. No hace mucho tiempo, sonaba como ciencia ficción. Ahora, se encuentra al alcance plausible. Y nuestra responsabilidad de garantizar que estas tecnologías funcionen para todos comienza hoy”, afirma un portavoz de Facebook en un comunicado.
Lo que no podemos dejar de lado, más allá de lo impactante que resulta saber que en unos años podremos leer la mente de los demás, son las aplicaciones que todos estos dispositivos podrán tener.
Una de ellas es el campo de la salud. Miles de pacientes con afecciones neurológicas podrán beneficiarse de artilugios como las gafas de Facebook, que les ayudarán a comunicarse de una forma efectiva, algo que, por ahora, les es imposible.
La sensibilidad por la protección de datos y la privacidad de los usuarios de las nuevas tecnologías ha aumentado muchísimo en pocos años. Después de saber que empresas se enriquecen a costa de comerciar con aspectos que atañen a nuestra persona, y de los escándalos donde Facebook ha salido bastante mal parado, todo el mundo se preocupa por saber qué se sabe de nosotros y quién recibe esa información.
Este es un aspecto a tener en cuenta de cara al desarrollo de tecnologías que nos lean la mente. ¿Dónde quedará situada nuestra intimidad? Nita A. Farahany, profesora de Derecho y Filosofía en la Universidad de Duke, especializada en la rama que relaciona las nuevas tecnologías con la sociedad, la ley y la ética, lanza una aproximación de los peligros que corremos en ese sentido en su ponencia en el TED Salon.
Farahany expone el caso vivido en primera persona de sus familiares residentes en Irán en el año 2009, momento de las protestas contra el gobierno que se conocieron como el Movimiento Verde Iraní. La académica explica que cuando se comunicaba con su familia por teléfono, evitaban hablar de lo que estaba ocurriendo por miedo a que las líneas estuviesen pinchadas y detuvieran a los residentes en Irán como disidentes.
Lo que Nita A. Farahany plantea es: ¿qué habría ocurrido si en vez de pinchar los teléfonos, la tecnología hubiese permitido leer las mentes? La respuesta, evidentemente, tiene un final trágico.
A lo largo de su exposición en el TED Salon, Farahany hace especial hincapié en dónde iremos a parar si damos acceso a cualquiera a nuestros pensamientos. “Me preocupa que voluntariamente o involuntariamente estemos abandonando nuestro último bastión de libertad, nuestra intimidad mental”, afirma. Y razón no le falta.
Nita A. Farahany pone sobre la mesa otro aspecto interesante relacionado con nuestra libertad mental. Con ejemplos reales, explica cómo en China ya hay empresas que monitorizan la actividad cerebral de sus trabajadores para saber qué piensan mientras trabajan, su estado emocional y valorar si son productivos.
El debate queda abierto pero es previsible que se convierta en un tema de discusión activo en el momento en que las tecnologías que permiten leer la mente empiecen a aflorar. Por el momento, nos da para unos cuantos capítulos de Black Mirror, pero hay una cosa que no podemos perder de vista: el futuro siempre llega.
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