Nuestros timeline de redes sociales se han vuelto a inundar de fotos de nuestros amigos cambiando de sexo, con unos cuantos años más, cambiando de color de ojos o de pelo. Sí, eso solo puede significar que el fenómeno de FaceApp ha vuelto a ser popular.
Hace un año, FaceApp, propiedad de la empresa rusa Wireless Lab, se situaba en boca (y en los teléfonos) de todos por su simple y gratuito uso y sus simpáticos resultados. Los usuarios solo tenían que subir una foto a la app o hacérsela en el momento y elegían cómo querían verse aplicando unos sencillos filtros que la aplicación te mostraba: más joven, más anciano, con barba, cambio de sexo, cambio de peinado, maquillaje como una actriz de Hollywood…
FaceApp ha actualizado su aplicación y ha mejorado sus técnicas de deepfake. Es decir, ha mejorado sus técnicas de inteligencia artificial que permiten editar fotografías y vídeos de personas con apariencias reales. Las técnifcas de deepfake se basan en el aprendizaje profundo (Deep learning, en inglés) de algoritmos.
Las redes sociales han pasado a ser el escenario perfecto para mostrar cómo serían famosos, políticos, deportistas y actores si fuesen del sexo opuesto.
Los líderes políticos actuales como Pedro Sánchez, Pablo Casado, Inés Arrimadas, Pablo Iglesias, Irene Montero o Santiago Abascal, entre otros, se han visto envueltos en un hilo de Twitter viral que ya cuenta con más de 23 mil retuits y más de 55 mil Me Gusta.
Otras caras famosas también han visto su cambio de sexo en las redes sociales como Roberto Leal, Laura Pausini, Angelina Jolie, Brad Pitt o Robert Pattinson.
El lado oscuro de FaceApp
Aunque FaceApp lleva en funcionamiento desde el 2017, el año pasado tuvo su primer boom de descargas, convirtiéndose en todo un fenómeno viral en Internet. Este año, su éxito vuelve a inundar las redes, acumulando así más de 2 millones y medio de descargas en Google Play.
En AppStore, FaceApp se sitúa en el número uno del ranking de éxitos, por delante de Instagram, YouTube o Twitch.
Pero no es éxito todo lo que rodea a esta aplicación. Los medios ya avisaron de la peligrosidad de esta aplicación rusa y, el año pasado, Wireless Lab recibió un aluvión de críticas y demandas para solicitar la cancelación de los datos de miles de usuarios que habían utilizado la app sin leer los términos y condiciones de uso.
Y es que, haciendo una revisión en sus términos y condiciones y su política de privacidad, podemos observar que, al instalar la aplicación, aceptamos que el sistema de FaceApp registre la IP de nuestros teléfonos móviles, acceda a nuestra búsqueda de páginas webs antes de haberse instalado la aplicación y registre nuestra actividad online, es decir, las páginas que visitemos y el tiempo que pasemos en ellas.
Además, su política de privacidad explica que comercializarán los datos de usuarios, de forma anónima, a terceros.
A menudo, las aplicaciones gratuitas suelen "vender" los datos de los usuarios que las realizan para obtener un retorno de la inversión por el desarrollo de estas aplicaciones. Como es el caso de FaceApp.
El uso de este tipo de aplicaciones fotográficas desarrolladas con algoritmos de Deep learning permiten seguir nutriendo al sistema de inteligencia artificial e ir aprendiendo fotografía a fotografía.
Por ello, debemos ser conscientes de las aplicaciones que instalamos en nuestros teléfonos móviles y leer con detenimiento los términos y condiciones y la política de privacidad que esta ofrece para consentir o no la comercialización de nuestros datos y qué datos queremos poner a disposición del sistema.
En algunos casos como en FaceApp, la fugacidad y la moda hacen que aceptemos todas las cláusulas sin pararnos a pensar qué harán con nuestras fotografías o datos que registramos después.