La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha empezado a considerar la adicción a los videojuegos como un trastorno psicológico. Y no se refiere al típico “qué enganchado estoy al nuevo Zelda”. No creas que es lo que les pasa a los niños cuando les cae la PS4 por Reyes, también afecta a adultos que pueden llegar a dejar de lado amistades o incluso su trabajo.
¿En qué consiste?
Hablamos de trastorno del videojuego cuando la persona ha perdido el control sobre el tiempo, la frecuencia o la intensidad con la que juega a videojuegos y está dejando de lado la vida social o incluso su trabajo. ¿Tendrías que preocuparte porque tu amigo se haya quedado en casa jugando al LOL en lugar de salir de fiesta? Pues mira, tampoco. Otra cosa es si le pierdes la pista durante 4 meses y luego te enteras de que no, resulta que no se había ido de Erasmus.
Leyendo esta definición nos viene a la cabeza la palabra ‘hikikomori’, usada en Japón para definir a los jóvenes que se aíslan en sus casas, se pasan las horas leyendo manga, viendo la tele o jugando a videojuegos y pierden el contacto con la realidad.
La OMS define los límites
Según la OMS, “para ser diagnosticado de trastorno del videojuego, el comportamiento debe ser suficientemente severo para que resulte en disfunciones personales, familiares, sociales, educativas, ocupacionales u otras áreas importantes para funcionar y habrían sido evidentes durante por lo menos 12 meses”. O sea, que todos podemos pasar una época de vicio importante, pero cuando te encallas en una pantalla y la cosa se alarga 365 días, deberíamos empezar a preocuparnos.
La decisión de considerar la adicción a los videojuegos fue tomada por el aumento de pacientes que presentaban estos síntomas. Y es que en varios países ya existen clínicas privadas para curar este tipo de trastorno, como las hay para los trastornos alimentarios o de drogadicción.
Algunos expertos no coinciden
Eso sí, hay que romper una lanza a favor de los videojuegos: según la ciencia, hay por lo menos cinco beneficios de los videojuegos para tu salud si se enganchas a ellos en su justa medida. Sin embargo, aunque no creas que los videojuegos puedan crearte una adicción, jugar en exceso puede ser un síntoma de ansiedad o depresión. "Cuando se trata la ansiedad y la depresión, el juego disminuye significativamente", razonaba Anthony Bean, psicólogo y director ejecutivo en una clínica de salud mental sin ánimo de lucro en Texas.
Según Bean, depende del profesional de salud mental diagnosticar la gravedad de cada caso, lo que a su vez implica el riesgo de equivocarse en el diagnóstico, ya que la lista de síntomas y trastornos es muy amplia y cambia constantemente. Además, Beam cuenta que probablemente los problemas de los pacientes sean distintos en función de si su juego predilecto es de supervivencia, combate o interacción online.
Algo similar opina Andrew Przybylski, del Oxford Internet Institute: “Podrías quitar la palabra ‘videojuegos’ y añadir ‘comida’, ‘sexo’ o ‘ver el Mundial de Fútbol’”. A su modo de ver, decisiones como esta podrían llevar a “considerar patológico cada aspecto de nuestras vidas”. Ya sabéis, aquello tan cierto de que todo en exceso es malo. ¿Incluso unas vacaciones en un crucero? Incluso eso.
Sea como sea, la recomendación de la OMS es clara: “todas las personas que jueguen a videojuegos deben estar alerta del tiempo que pasan jugando, especialmente cuando excluyen otras actividades diarias, cambios en su salud física o psicológica o en su funcionamiento en sociedad”. Algo que ya te decía tu abuela con un “niño, deja ya la maquinita y sal un poco a la calle que te vas a quedar tonto.”
Así que ya sabes, querido gamer. Sigue disfrutando de tus videojuegos favoritos pero aplicando el sentido común para que estos no se conviertan en el centro de tu universo.
Sé consciente de los riesgos que comportan y, si ves que la cosa se te desmadra, pide ayuda a familiares o amigos.