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¿Dígame? Estas son las mejores llamadas de teléfono, móvil y fijo, de la historia del cine

14 Junio 2019 - Actualizado 26 Noviembre 2021

Bienvenidos.Por favor, apaguen sus teléfonos móviles”.

Y si los dejan encendidos… que sea en silencio. Durante la proyección absténganse de consultar o utilizar WhatsApp, curiosear en Facebook o Instagram, mandar un SMS, tuitear, googlear, comprar en eBay, hacerse un FaceTime…

En un mundo ideal, el móvil debería ser un apestado dentro de la sala de cine o, por lo menos, un eterno secundario. Por el contrario, desde su primera aparición en la película Wall Street, en forma de Motorola DynaTAC 8000X, también conocido como “el ladrillo”, el teléfono móvil se ha convertido en una de las grandes estrellas del celuloide protagonizando algunos de los momentos, vía llamada, más emblemáticos y recordados.

Ya incluso el móvil ha logrado trascender la gran pantalla y se ha colado en los rodajes, y no solo para subir stories desde el backstage... Steven Soderbergh escogió el iPhone 7 Plus, grabando en 4K y con la aplicación FiLMiC Pro, para su thriller Perturbada, y, recientemente, el director ha repetido hazaña rodando con el iPhone 8 su producción para Netflix, High Flying Bird. Por su parte, el iPhone 5S debutó en el Festival de Sundance por todo lo alto gracias a la cinta de espíritu indie Tangerine, de Sean Baker.

El smartphone: ¿nuestro nuevo mejor amigo, una relación complicada... o tu enemigo favorito? El cine responde.


En contra

Aunque nos duró poco, a mediados de los 90, Wes Craven consiguió que se nos acelerará el pulso cada vez que sonaba el teléfono de casa, más allá de las 10 de la noche y cuando, en vez de salir, estábamos celebrando un Home Alone (Solo en casa) de fin de semana.

Drew Barrymore era la elegida para interpretar a la protagonista del slasher metacinematográfico Scream: Sidney Prescott. No obstante, la actriz de E.T. no quería más minutos en pantalla, sino los mejores. Por esta sencilla razón decidió quedarse con el papel de Casey Becker, la adolescente que abre la película y víctima inaugural, junto a su novio, de Ghostface, que a lo largo de 3 entregas más continuará con sus puñaladas recurriendo al elemento del crimen y cómplice más techie: el teléfono.

“No contestes al teléfono”, advertía una de las frases promocionales de esta cinta que repuntó el slasher por un breve periodo de tiempo. ¿Y si el teléfono de Casey Becker hubiese comunicado? ¿O si Casey en vez de descolgar la que se convertirá en su última llamada... hubiese dejado trabajar al buzón de voz?

A partir de esta primera llamada mortal comenzaría la masacre, desde 1996 hasta 2011 y a lo largo de cuatro entregas en las que los asesinatos y sus motivaciones cada vez eran más innovadores, así como los dispositivos móviles que manejaban sus víctimas.

Los 7 asesinos que se han escondido tras la máscara fantasmagórica de El grito de Munch durante toda la saga de Scream no han sido los únicos en tirar de teléfono para atormentar y jugar con sus víctimas, ni tampoco los primeros en hacerlo. En 1974, la película de culto Navidades negras fue pionera en mostrar el terror que puede llegar provocar a una llamada anónima con una voz obscena. En esta ocasión, al otro lado de la línea se encontraba una atemorizada residencia universitaria femenina.

Años más tarde, el mismísimo Michael Myers protagonizó un incómodo silencio telefónico con Laurie Strode con el único sonido de su aliento psycho killer a través de las ondas. Por su parte, Freddy Krueger salpicó con un toque de la casa su llamada de pesadilla, sumándole una viscosa lengua que se asomaba de pronto por el auricular para intentar lamer al interlocutor, en este caso, Heather Langenkamp (Nancy).

Llama un extraño (y su remake Cuando llama un extraño), The Ring (la original japonesa y su versión americana), Unfriended (con llamadas vía Skype)… son otros ejemplos de llamadas de cine que mejor hubieran acabado en el limbo del apagado o fuera de cobertura.

Grandes maestros como Alfred Hitchcock o el recientemente fallecido Chicho Ibáñez Serrador se llevaron el teléfono a su terreno para presentarlo como un elemento de suspense. El primero otorgó al timbre de una llamada de teléfono el poder de convertirse en la señal de aviso para (intentar) perpetrar el Crimen Perfecto. Y el segundo, solo él se atrevió a transformar una cabina de teléfono en un auténtico monstruo para el espectador o para todo aquel que se animara a utilizar este elemento ya casi vintage.

Fue en 1972 cuando José Luis López Vázquez entró a llamar en La cabina telefónica del creador de Historias para no dormir y el Un, dos, tres… para no volver a salir de esta nunca más. Toda una pesadilla para su época teniendo en cuenta que España llegó a contar con más de 100.000 teléfonos públicos. Ahora solo quedan 16.000, en los que, de media, se realiza menos de una llamada al día con cada uno de ellos.

¿A dónde van esas cabinas telefónicas a las que ya nadie quiere? ¿Compartirán cementerio y olvido junto al anónimo y desgraciado personaje interpretado por José Luis López Vázquez?

En Última llamada la cabina de teléfono se convertiría también en el potencial escenario del crimen elegido por el francotirador interpretado por Kiefer Sutherland. Al otro lado del teléfono, Colin Farrell: si cuelgas el aparato, morirás.

¿Qué hubiera sido de Superman sin una cabina de teléfono? ¿Y de Tippi Hedren perseguida por los picotazos de Los pájaros de Hitchcock?

El asunto se complicaría con la llegada de los dispositivos móviles: ahora, cualquier momento y lugar es bueno para atender una Llamada perdida y, así de repente, encontrarte a ti mismo protagonizando tu propia película de terror japonesa o, si corres peor suerte, su remake americano.


A favor

No todo van a ser bajas en la línea cuando se trata de asuntos telefónicos. En el lado opuesto, nos encontramos con ese género cinematográfico en el que el móvil se convierte en la razón por la que (sobre)vivir.

En Buried, Ryan Reynolds despierta enterrado en un ataúd con la única compañía de un mechero y su teléfono móvil, el único medio que puede ayudarle a salir de ahí o, mejor dicho, a que le encuentren vivo. Una lucha contra el tiempo... con poca cobertura y batería cada vez más baja.

Otra suerte bien distinta hubiera corrido Ryan de haber estado dentro de Matrix, en donde el teléfono se convertía en la única vía de escape y, por tanto, descolgarlo a tiempo podía acabar salvándote la vida. Ya nos estaban empezando a contagiar esa ansiedad por atender lo antes posible a cualquier llamada: un vicio tecnológico obra del Nokia 8110, el “teléfono banana”, un modelo de 1996 con tapa deslizante que fue manipulada por las hermanas Wachowski para que, en la película, se abriera con pulsar solo un botón.

Un modelo caro pero, en su momento, también uno de los más avanzados del mercado. Considerado como el celular de los altos ejecutivos y, por aquel entonces, uno de los más ligeros y de menores dimensiones. Por tanto, “molaba”, y mucho más después de habérselo visto usar a Neo. Entre sus defectos, fue el primer dispositivo móvil en introducir el texto predictivo…

Hay llamadas tan épicas que incluso consiguen salvar al universo de su extinción. Bien lo sabe Amy Adams que, tras entender que el tiempo no es lineal, con una llamada en el último minuto consigue frenar una inminente guerra de las galaxias tras La llegada de 12 naves alienígenas que, en el fondo, “solo” querían transmitirnos el bien más preciado: su conocimiento y lenguaje.

La última llamada o Cellular son otros dos ejemplos de cine en los que contestar el teléfono se convierte en un asunto de vida o muerte. Llamadas de auxilio como las que recibía Janine Melnitz (Annie Potts) en la centralita Los Cazafantasmas que, además, se anunciaban con una de las mejores frases publicitarias del marketing telefónico: ¿A quién vas a llamar? (Who ya gonna call?), eslogan, grito de guerra y hasta estribillo musical.


Call me!

… and “Show me the money!”, que diría Tom Cruise como el agente de deportistas Jerry Maguire. Una de las frases del cine más icónicas pronunciadas al aparato.

En Chicas Malas ya nos advirtieron de los peligros de sumar demasiados interlocutores a una conversación, lo que años después evolucionaría en los grupos de WhatsApp... Una conversación en pantalla partida y a 4 voces que, se veía venir, acaba como el teléfono descacharrado.

Otra multillamada descacharrante, muy concurrida y delirante es la de Teléfono Rojo: Volamos hacia Moscú, en la que un conflicto internacional que amenaza con adelantar el fin del mundo suena tan anecdótico como cotidiano. Peter Sellers, en el papel de presidente de los Estados Unidos, y su homólogo soviético, Dimitri Kissoff, charlan sobre bombas, ataques nucleares y el destino de nuestro planeta como lo harían los humoristas Gila o Faemino y Cansado en uno de sus sketches.

Horas y horas al teléfono cinematográfico escuchando conversaciones para todo tipo de interlocutores: charlas intensas frente a frente pero con un cristal de por medio y que, además, suponen un reencuentro amoroso (París, Texas, de Wim Wenders); explosivas como la de Jungla de Cristal 3, con Bruce Willis y Samuel L. Jackson de cabina en cabina y tiro porque me toca; de Venganza y Rescate, con Liam Neeson y Mel Gibson enfrentándose a los secuestradores de sus hijos; confesionales, como la de Juno revelando a su mejor amiga, vía teléfono-hamburguesa, que cree estar embarazada...

Por supuesto, el cine también ha querido mostrar las llamadas más convencionales, las ordinarias de nuestro día a día, esas que solo buscan conectarnos con nuestros seres más queridos: como la que protagonizan Billy Crystal/Harry y Meg Ryan/Sally en Cuando Harry encontró a Sally mientras comparten sesión casera de cine al teléfono con el clásico Casablanca.

A principios del nuevo milenio, todos pensábamos que tener un móvil diminuto era sinónimo de exclusividad. ¿Quién sería el primero en comprar la versión más diminuta y chulear desde la gran pantalla? La celebrity más fashion victim, trendsetter y coolhunter: Derek Zoolander, tan entusiasmado con su adquisición que por un momento llegó a creer que este gadget le daba línea directa con Dios.

Aunque, sin duda, el más nomofóbico de la historia del cine, sin ser titular de ninguna línea telefónica, curiosamente es y será un techie de otro planeta: E.T., el extraterrestre, que desde la gran pantalla marcó a una futura generación de adictos al móvil con su única obsesión en bucle: “E.T., teléfono, mi casa”...

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