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“Alrededor del año 2030, dentro de 10 años, habremos llegado a un punto en el que desataremos una reacción en cadena que probablemente supondrá el fin de nuestra civilización. Nos estamos enfrentando a la sexta extinción masiva y el ritmo de extinción es 10.000 veces más rápido de lo normal”, dijo la joven activista Greta Thunberg delante del Parlamento Europeo en abril.
La Tierra, el planeta que nos da la vida, nos está pidiendo ayuda. Por ello, la Conferencia de las Partes, un órgano de las Naciones Unidas, organiza desde 1995 la Cumbre del Clima.
La vigésimo quinta edición de la Cumbre del Clima se celebrará en Madrid, en el recinto ferial de IFEMA, entre el 2 y 13 de diciembre.
Esta cita servirá para lograr un acuerdo entre todas las naciones implicadas para combatir el cambio climático y ultimar las reglas necesarias para implementar el Acuerdo de París para el 2020. En este acuerdo, los países implicados establecieron como meta limitar el aumento de la temperatura del siglo actual a un máximo de 2ºC.
Según Turespaña, se esperan que asistan al evento más de 20.000 personas: Jefes de Estado, Gobiernos de todo el mundo, el organismo de las Naciones Unidas, organizaciones civiles, asociaciones, empresas, visitantes y la popular activista sueca Greta Thunberg.
Cada uno tenemos la tarea de intentar cambiar el mundo y hacer de este planeta un lugar mejor, más accesible, justo y humano. No desperdiciar comida o ropa, comprar de forma responsable, ser conscientes de la contaminación y el consumo desenfrenado, reducir, reutilizar y reciclar … Buscar la solución y el freno en nuestra pequeña parcela del planeta.
Por ejemplo, Jordi y Roger crearon L’estoc, una empresa social de muebles reciclados. La empresa se base dos principios fundamentales para cambiar el mundo: la economía circular y la integración social.
L’estoc diseña y produce muebles sostenibles enfocados en las necesidades de cada cliente. Una bobina o una puerta puede llegar a ser una mesa, un palé un conjunto de muebles de jardín… En esta empresa todo se transforma y puede ser reutilizable.
Natalia Gómez también creyó y creó una alternativa que cuida el medioambiente. ¿Has pensado alguna vez en que cada vez que realizamos un gesto tan común e inofensivo como es tirar de la cadena del retrete, se pierden una media de 11 litros de agua potable?
Natalia ha creado una alternativa ecológica a los sanitarios portátiles convencionales. Los baños ecológicos Nantic no funcionan con agua, sin productos químicos, sin consumo de energía, recuperan los deshechos y los convierten después en compost. Un círculo que no desperdicia agua y genera material fértil para devolver a la tierra.
Slow Fashion Next también tiene una historia de cambio medioambiental detrás. Gema Gómez creó esta empresa para formar a los nuevos diseñadores en moda sostenible, lejos de la industria de la moda Fast Fashion, la que todos conocemos y consumidos. Esa industria que contamina ríos, hace trabajar a niños y desperdicia toneladas de ropa usada al año.
“En la llamada ‘Fast Fashion, para producir 250g de una camiseta, se necesitan 2.700 litros de agua. ¡Es una locura!”, dice Gema. “Las prendas tienen que ser bonitas por fuera y por dentro”.
Gala Freixa pensó que la tala de árboles desenfrenada para la creación de papel no era la solución y, por ello, creo Sheedo.
Utilizar fibras de algodón reutilizadas de la industria textil para crear papel. Además, también se le añade semillas para que el papel pueda ser plantado tras su uso. Esto es Sheedo, crear un papel artesano reutilizable; un papel de “usar y plantar”.
Otro ejemplo de cambio es Basurama, una comunidad internacional que transforma la basura en creatividad mediante proyectos de investigación, arte y arquitectura para concienciar a todos del problema de la basura. Reutilizar de forma creativa y no producción de basura son sus objetivos.
Cristina Romero también quiso poner freno a otro problema: el despilfarro de comida. Al año, solo en los comedores escolares españoles, se desperdician más de 4.500 toneladas de comida.
Cristina recogió firmas a través de change.org para que la administración pública cambiase la Ley de Seguridad Alimentaria, haciendo que los colegios utilicen la comida que sobra en sus comedores y que no se ha servido para realizar otros platos o repartirla a ONGs que ayudan a quienes más lo necesitan.
Estas historias (y muchas más) que nos quedan por descubrir, se encuentran en ‘Pienso, luego actúo’, la plataforma web de Yoigo para dar voz y visibilidad a personas que toman iniciativa para abrir nuevos caminos. Todos tenemos la llave para hacer del mundo un lugar mejor.
