Uno de los grandes problemas medioambientales al que nos enfrentamos los seres humanos lo creamos nosotros mismos: la basura. Los desechos de todo tipo de envases y los residuos contaminantes que generamos llevan años destrozando nuestro planeta sin encontrar aún una solución efectiva que frene este proceso.
A la polución que se genera en las grandes ciudades y los deshechos que generamos hay que sumar un nuevo tipo de desperdicios: la basura electrónica. Y es que cada vez consumimos más tecnología y con más frecuencia, pero no debemos olvidar que cada aparato también genera unos residuos.
Paralelamente al auge del consumo tecnológico se han desarrollado diversas iniciativas para paliar la generación de desperdicios tecnológicos que empeoren la salud de la Tierra. Conozcamos qué es lo que ocurre con los restos de tu móvil, por ejemplo, una vez te deshaces de él para comprarte el último modelo que haya salido al mercado.
Radiografía de la basura tecnológica
El concepto de basura tecnológica o electrónica, como también se la denomina, no es de uso común pero su impacto es una realidad creciente. Según datos de PNUMA (Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas), se calcula que en el mundo se generan unas 50 toneladas de este tipo de residuos al año donde se incluyen los restos de ordenadores, móviles, lámparas, electrodomésticos, memorias USB, aparatos de aire acondicionado… Es decir, los desperdicios que provengan de cualquier aparato tecnológico.
La elaboración de investigaciones como el “Estudio de la basura electrónica global” (realizado por la Universidad de las Naciones Unidas en 2018) o “El Monitor global de la basura electrónica 2017” (difundido por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU) ya ponen sobre la mesa la preocupación sobre las consecuencias de la generación de este tipo de residuos.
Por países, China es quién más basura electrónica genera con 7,2 toneladas al año. Le siguen Estados Unidos con 6,2 y, más distanciado, Japón con 2,1. Pero si hay que señalar a los países que más desechos producen por habitante tenemos que quedarnos en Europa: Noruega está a la cabeza con 28,3 kilos por persona y le sigue Suiza con 26,3. Los que menos, Afganistán, Nepal y Uganda con un 0,6 y Etiopía y Níger, con 0,5.
No solo el medio ambiente se ve afectado, también la salud del ser humano. Por eso es importante concienciar a la población de la necesidad de tratar estos desechos con la importancia que se merecen y, sobre todo, evitar el reciclaje informal que se estila en algunos lugares y que pasa por los baños de ácido y el uso de productos tóxicos al aire libre.
Metales preciosos en lo que tiras a la basura
Existen plantas distribuidas por diversos países del mundo (la mayoría en vías de desarrollo) donde van a parar montones y montones de restos tecnológicos para ser reciclados. Ahora bien, hay que tener en cuenta que la mayoría de estos artilugios contienen elementos tóxicos y peligrosos a la hora de ser manipulados. Cromo, arsénico, plomo, mercurio, cadmio o antimonio son algunos ejemplos. A la hora de tratarlos es preciso ir con mucho cuidado ya que sus efectos sobre la salud y el medio ambiente pueden ser horribles.
Ahora bien, también hay una gran cantidad de elementos que son muy valiosos y que pueden servir para reutilizarse en otros productos. Oro, plata, cobre, germanio, paladio, iridio, platino, aluminio, hierro… Se calcula que, de media, un Smartphonecuenta con entre 25 y 30 miligramos de oro en su interior tanto en los conectores como en los revestimientos.
Tal y como revelaba el estudio “Environmental Science & Technology” elaborado en el año 2019, es 13 veces más caro extraer los minerales de yacimientos naturales que recuperarlos a partir de desechos tecnológicos para fabricar nuevos dispositivos. No solo se ahorra tiempo y dinero en excavaciones y procesamiento de materiales, sino que se evita un gran uso de energía y agua para ello.
Reducir, Reutilizar y Reciclar: la clave
Un estudio europeo llevado a cabo en 2019 afirmaba que hay más de 700 millones de dispositivos móviles en la Unión Europea que no se usan y que no han sido reciclados, unos datos que sumados al hecho de que los usuarios cambian de Smartphone cada 15 meses, según MarketWatch, nos llevan a darnos cuenta de que hay que implementar la cultura de las tres R’s: Reducir, Reutilizar y Reciclar.
Reducir el consumo de tecnología no quiere decir que no compremos aparatos nuevos, sino simplemente que prolonguemos su vida útil en medida de lo posible. Para ello, la legislación ya ha puesto medidas para luchar contra la obsolescencia programada que ponían en marcha algunos fabricantes (es decir, que los artilugios dejen de funcionar al poco tiempo de estrenarse para obligar a comprar nuevos). Si podemos arreglar la lavadora comprando una pieza nueva, ¿para qué vamos a tirarla a la basura y comprar otra?
La reutilización de los productos es otra forma de prolongar su vida. Si tenemos aparatos que no usamos, siempre podemos venderlos en el mercado de segunda mano o donarlos a alguna ONG que seguro hará un buen uso de ellos. La iniciativa de los móviles reacondicionados es solo un ejemplo de las posibilidades que encontramos.
Reciclando de forma correcta, llevando cada artilugio al punto limpio que corresponda, ayudaremos a que las consecuencias del tratamiento de estos desechos sean de menor impacto. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) estima que estos objetos, si reciben el tratamiento de reciclaje correcto, pueden generar oportunidades cuyo valor supera los 62.500 millones de dólares anuales. ¿Cómo? Ahorrando en costes de extracción y generando millones de puestos de trabajo.
Alternativas originales: convertir la basura electrónica en joyas
Ante grandes problemas, grandes soluciones. Teniendo en cuenta la cantidad de metales preciosos que de desechan en todos estos aparatos electrónicos, ¿por qué no aprovecharlos y crear joyas nuevas?
Eso es lo que está haciendo la plataforma de venta online Back Market en asociación con una joyería llamada Nowa, holandesa, y la diseñadora Eva Schreuder. Han lanzado una colección llamada G.OLD que está formada por piezas fabricadas con los metales que hay en los teléfonos móviles que se tiran a la basura. Los beneficios van a parar a la ONG Closing The Loop que tiene como finalidad recuperar eso metales que hay en los teléfonos abandonados en África para que se puedan reutilizar.
Se trata de tres colgantes bañados en oro y plata que se pueden comprar a través de la web de Back Market y que además de ser bonitas y baratas (precios que van desde los 39,95 hasta los 49,95 euros), ayudan a cuidar el medio ambiente. Además, llevan una tarjeta donde se explica con qué materiales se han hecho y de dónde provienen, una forma de ayudar a crear conciencia sobre la necesidad de aprender a reutilizar aquello que ya no nos sirve.