No era lo suyo. Nunca antes sus investigaciones le habían llevado hasta el universo de la telefonía móvil, pero esta vez tenía un encargo muy claro: el futuro Samsung Galaxy S10.
Estaba acostumbrado a tratar con matones de poca monta, a perseguir infidelidades por los hostales de la ciudad. La palabra “detective” le quedaba grande, hasta que le encargaron que reventara el esperado lanzamiento del próximo Galaxy. La empresa coreana estaba ocultando algo gordo y sus clientes querían saber qué.
¿Cuál será su verdadero nombre?
El tipo no tenía ni idea de qué podía hacer tan especial este producto: si el mercado estaba copado de móviles de última generación, ¿a qué tanto misterio?
Un pequeño paseo por páginas techie le dejó claro que esta vez la innovación iba en serio. Algunos medios apuntaban a que Samsung se planteaba abrir una nueva gama: el sucesor del Galaxy S9, entonces, no sería el Galaxy S10, sino el Galaxy X.
Su primera semana fue nefasta: no consiguió demostrar si había algo de cierto en lo de la nueva nomenclatura. El Galaxy X, decían otros, sería el primer modelo de la marca con triple cámara. Filtraciones, rumores, chivatazos. ¿Cómo saber qué informaciones eran veraces y cuáles eran fake news fabricadas por las propias empresas para despistar?
La patente, primera pista de peso
Todo cambió cuando recibió una llamada anónima que le puso sobre la pista de una patente. Mejor dicho: de La patente. Ahí no había especulación posible. En marzo de 2018, Samsung registró un diseño para un teléfono con una relación pantalla-cuerpo del 99%. Era lo que los expertos llamaban “un móvil sin bisel”, o con bisel hiper-reducido: todo pantalla.
Pronto descubrió que conseguir una relación pantalla-cuerpo del 99% era una hazaña que nadie había logrado todavía, puesto implicaba cambios drásticos en el teléfono: el diseño no contempla altavoces visibles, cámara frontal, toma de auriculares ni sensor de huellas dactilares.
Pero que Samsung tuviera la patente del teléfono imposible, no significaba que pudiera hacerlo realidad. Y mucho menos que fuera a ser el Galaxy S10. Fuentes de la industria contaban que el S10 heredaría el diseño de pantalla Infinity Display, que ya habían implantado en el Galaxy S8. Si era cierto, y no una estrategia para despistarlo, volvía a estar otra vez sin nada.
El secreto estaba bajo la pantalla
Sin embargo, tampoco hacía falta ser Sherlock Holmes para relacionar la patente de este nuevo diseño con lo que le contaban casi todos sus informantes, y que en el sector de la telefonía ya era un secreto a voces: el próximo modelo de Samsung vendrá con un sensor de huellas biométrico bajo la pantalla que funcionará con ultrasonidos, y podrá desbloquearse incluso bajo el agua.
Nadie lo sabía a ciencia cierta y, claro, se contaba entre susurros y vasos de whisky. Qualcomm, Synaptics y Aegis Techs eran las tres compañías encargadas de desarrollar esta nueva tecnología, y estuvieron muy cerca de incorporarla en el Samsung Galaxy Note 9. Tanto Apple como Samsung estaban a un solo paso de incorporar este desarrollo y, ahora que la empresa asiática había registrado la patente del “todo pantalla”, sólo hacía falta sumar 2+2.
Nuevas características salen a la luz
Pero este no era el único rumor que le llegó, claro. Una vez corrió la voz que estaba investigando el Galaxy s10, todo el mundo se ofrecía a ayudarlo por un módico precio.
En ocasiones llegó a gastarse el equivalente a dos meses de alquiler en un informe técnico, hipotéticamente obtenido de empresas subcontratadas, en el que se anunciaba que el nuevo teléfono vendría con un procesador chipset SnapDragon 855 de 7 nanómetros. Tras lograr que un amigo informático se lo tradujera al castellano, supo que sería el procesador más potente del mercado de la telefonía móvil. “Más pequeño”, “mejor rendimiento”, “mucho más rápido”, “gran velocidad de descarga”.
Por suerte, la información era otras veces más jugosa y hacía que los sobornos valieran la pena. Un informe de The Investor (¿filtrado interesadamente?) señalaba a una start-up israelí llamada Mantis Vision como la responsable de haber desarrollado para Samsung un reconocimiento facial en 3D que pudiera competir con el Face ID del iPhone X.
Informe entregado, ¿caso resuelto?
Quién sabe, quizá sí hubiera dado en el clavo con el próximo lanzamiento de Samsung. Toda la información que había ido recopilando era lógica y creíble, ¿pero era verdadera? Antes de que entregara el informe, llevó una copia a casa de un buen amigo. La ciudad tenía ojos en cada esquina, y ya había llegado demasiado lejos como para estar a salvo.
De camino, no dejaba de repetirse una y otra vez las mismas preguntas. ¿Será realmente el Galaxy S10 tan espectacular? Ya tenía claro en qué iba a gastarse el dinero del encargo, su femme fatale iba a alucinar.