FIRMA INVITADA: Almudena Martín Castro, divulgadora científica, diseñadora de UX, instrumentista musical e ilustradora, que hoy nos cuenta su aventura en la NASA con Pillars of Creation, el equipo ganador del hackaton de apps de la NASA, del que ella forma parte.
Dicen que el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un huracán al otro lado del mundo. La frase, por exagerada que parezca, ejemplifica una de las teorías más potentes de la física del s.XX y no se refiere a ningún poder extraordinario de las mariposas. Más bien, apunta a una propiedad de ciertos sistemas especialmente sensibles a las condiciones iniciales. En ellos, cualquier pequeña discrepancia en los datos de partida (como un cambio infinitesimal en la velocidad y la posición de las partículas), puede dar lugar a situaciones que evolucionan de formas completamente diferentes. Por eso, da igual cómo de precisa sean nuestras mediciones, o cuánto invirtamos en perfeccionar nuestros modelos: diferencias de milésimas de decimales pueden aumentar rápidamente hasta los millones, cualquier ligera brisa puede desembocar en tormenta. En estas condiciones, sistemas perfectamente deterministas se vuelven, sencillamente, impredecibles y la única manera de manejarlos es recurriendo a la teoría del caos.
La meteorología, en concreto, es uno de estos sistemas caóticos (el sistema que, de hecho, inspiró inicialmente la teoría del caos ideada por Edward Lorenz). En una atmósfera compuesta por muchas más moléculas de las que uno puede imaginar, cualquier mínima divergencia, cualquier dato mal medido, puede implicar cambios radicales en el pronóstico meteorológico de una día para otro. Por eso, el hombre del tiempo “falla” tanto. Por eso, lo mejor que nos puede ofrecer la previsión del tiempo de Google (a estas alturas del s. XXI, cuando Google ya todo lo sabe) es una probabilidad.
Este hecho, en general, no suele tener mayor trascendencia. Si la probabilidad de lluvia es el 50% o del 60%, uno coge su paraguas para salir de casa y punto. La cosa cambia radicalmente, cuando lo que espera es el lanzamiento de un Falcon 9 y todo depende de que no haya nubes en el cielo a las 18 horas 24 minutos y 30 segundos.
Pero, ¿por qué os estoy contando todo esto? Dejad que ponga un poco de contexto. Hace unos meses, mi equipo y yo, Pillars of Creation, fuimos elegidos ganadores de una de las mayores hackathones del mundo convocada por la mismísima NASA. Como premio, nos invitaban a ver un lanzamiento y a presentar nuestro proyecto en sus oficinas de Cabo Cañaveral. Gracias a Yoigo, pudimos financiar el viaje y, el sábado pasado, ¡por fin aterrizamos en Florida!
Llevamos una semana de lo más intensa: el lunes presentamos nuestro proyecto en el Space Life Sciences Laboratory y exploramos posibles caminos para poder desarrollarlo en el futuro con el apoyo de NASA. El martes pudimos visitar el Kennedy Space Center, una enorme colección de tesoros y nostalgia para los amantes del espacio.
Pero hoy, miércoles, era el día importante. El miércoles era el día D, porque era cuando íbamos a ver el lanzamiento de un Falcon 9 de Space X. Llevábamos esperando este momento desde mucho antes de empezar este viaje, desde antes de saber, incluso, que habíamos ganado el premio. Hoy teníamos todo listo, los prismáticos colimados y la emoción por las nubes… hasta que se cruzó una mariposa en nuestro camino.
Cualquiera que haya estado en Florida, sabe que aquí llueve mucho, todos los días y hace mucho sol, todos los días. La pregunta no es cuándo caerá una tormenta, sino a qué hora.
La enorme cantidad de calor y humedad y las corrientes procedentes del mar hacen que el tiempo cambie rápida y caóticamente de un extremo al opuesto. De nuevo, esto no suele suponer mayor problema… a no ser que estés intentando lanzar un cohete hasta la ISS.
Entonces, tener un trozo de cielo despejado a una hora precisa se convierte en un factor crucial, por varios motivos: para empezar, porque las nubes con carga eléctrica pueden producir daños en los sistemas del cohete. El viento y las turbulencias, por su parte, pueden afectar a la trayectoria más allá de las correcciones posibles. Pero además y de manera crucial, el lanzamiento no se puede retrasar ni lo más mínimo. La trayectoria de la carga debe coincidir con la de la ISS y un error de apenas unos minutos aquí abajo, puede suponer una diferencia de cientos de kilómetros allá arriba. No es extraño, teniendo en cuenta que la superficie de la Tierra, a la altura del Ecuador, se mueve a unos 460 m/s (y mientras, tú tan tranquilo, sentado en tu sofá).
Por desgracia, desde por la mañana, las nubes se pusieron en nuestra contra. Las estimaciones de NASA nos daban un 30% de probabilidad de lanzamiento, pero como optimistas que somos, decidimos confiar en la suerte. A 3 horas del lanzamiento, comenzó la cuenta atrás: SpaceX debía de estar lleno también de optimistas, porque, bajo las nubes, los preparativos para el lanzamiento siguieron su curso con normalidad. A fin de cuentas, todo lo que se necesita es una ventana instantánea de lanzamiento. Basta un trozo de cielo despejado en el lugar preciso, a la hora precisa.
Y, por fin, media hora antes de T0, el cielo se empezó a aclarar. La probabilidad subió entonces al 50% y todos nos empezamos a animar. Ahora sí, tenía que suceder, ¡el cohete se iba a lanzar! Por megafonía, un portavoz nos animaba —la carga de combustible ha comenzado— y nos advertía —pero el tiempo puede volver a cambiar. La alegría, de hecho, duró poco: apenas 15 minutos después, las nubes volvían a oscurecer el lugar. La previsión volvió a cambiar a “NO GO”, pero las maniobras continuarían hasta el último momento porque… en fin, porque el tiempo es caótico y en cualquier momento puede cambiar. Sólo sabríamos seguro si el cohete se lanzaría 30 segundos antes de T0. En ese momento, la cuenta atrás se detendría (NO GO) o todo seguiría adelante (GO).
Nunca he vivido 10 minutos más largos y nunca he escrito un final tan decepcionante. Al llegar al segundo 30, el aleteo de una mariposa hizo que el reloj de Banana Creek se parase. El lanzamiento no podía continuar debido a las condiciones meteorológicas...
Mañana, supuestamente, volverán a intentarlo. Pero tiene todo mucha peor pinta: NASA da una probabilidad de lanzamiento del 20% y Google pinta un día lluvioso, con una probabilidad del 79%. Es probable que volvamos a casa sin ver el lanzamiento. Pero quién sabe, quizás, si aletea una mariposa...
Continuará...