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Infidelidad en la era de las apps: ¿dónde está el límite?

18 Septiembre 2019 12:00

“¿Quieres romper tu rutina?”. Así es como empieza el anuncio promocional de Gleeden, una aplicación que se autodefine como “líder de los encuentros extraconyugales” y “espacio privilegiado para hacer nuevos encuentros con toda discreción”. Sí, hablamos de una app para serle infiel a tu pareja sin que se entere.

Tan solo hay que darse de alta, crear un perfil donde se incluirá la información que se quiera revelar (fotos incluidas) y comenzar a conectar con otros usuarios que buscan una aventura romántica o sexual (o ambas cosas a la vez) a espaldas de su cónyuge. Todo a golpe de click.

Lo que hace unos años habría sido tachado de inmoral hoy prolifera en la red y todo aquel tenga un móvil puede tener acceso a ello. Y es que Gleeden no es la única aplicación para infieles: el mercado está repleto. ¿Cómo se entiende el término de infidelidad en la era donde las redes sociales y las apps han revolucionado las relaciones personales? Intentamos arrojar luz sobre un tema algo controvertido.

¿Qué entendemos por infidelidad?

Tal vez lo primero que debamos hacer es definir qué entendemos por “infidelidad”. Eva Jiménez, psicóloga y experta en terapia de pareja, se remonta al término de “traición” para definir la palabra. “De todas las definiciones que podemos encontrar, la que más me gusta es la que va hacia la raíz de la palabra en latín, ‘travere’, que significa ‘dar algo a alguien que está al otro lado’. Aplicado al ámbito de la pareja, se refiere a entregar algo emocional o físico que pertenece a nuestra relación a una tercera persona. Esto es una infidelidad”, explica.

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La experta es muy gráfica al describir esta especie de mundo creado entre dos personas: “En la relación de pareja hay una unidad donde hay unos compromisos y expectativas. También hay un muro, como una membrana que protege esa relación porque estamos hablando de un sistema vivo. Cuando uno de los miembros da algo de dentro de ese mundo al exterior, está traicionando a su compañer@”.

No obstante, ¿puede el concepto variar según la sociedad, la época y las personas de las que hablemos? ¿Todo el mundo entiende la fidelidad (y la infidelidad) de la misma manera? “El concepto es el que es. Luego cada uno puede decir lo que quiera. Lo que es irrevocable es cómo nos sentimos ante una infidelidad: traicionados. Por eso me gusta ir a la etimología del término ‘traición’, porque se le está dando a alguien de fuera de la pareja algo que no toca”.

Apps y webs para ser infiel… y esconderte

El mercado actual ofrece una amplia gama de webs y aplicaciones que dan la posibilidad de que sus usuarios sean infieles a sus parejas con total discreción. Una de las más conocidas es Ahsley Madison que con su eslogan invita a que todo aquel que quiera, ponga los cuernos sin que nadie se entere: “La vida es muy corta, ten una aventura”.

Más allá del escándalo que protagonizó la compañía cuando en 2015 un grupo de hackers robó los datos confidenciales de 39 millones de usuarios, Ashley Madison ofrece garantías de que puedes engañar a tu pareja sin dejar rastro. Y aquí está probablemente uno de los quids de la cuestión que hace que muchos no vean con buenos ojos este tipo de apps: ocultarse.

La psicóloga Silvia Congost, experta en dependencia emocional, autoestima y terapia de pareja, hizo una reflexión al respecto en un vídeo disponible en su perfil de Instagram:

Tal y como ella misma analiza, hay una gran pregunta que va más allá de la moralidad y la ética de lo que una infidelidad supone. Si te ocultas al cometerla es porque sabes que vas a herir a tu pareja y si, aún así, decides, de forma premeditada, cometer la infidelidad, ¿amas realmente a tu pareja? ¿Hay amor en la relación?

¿Cómo han afectado las nuevas tecnologías a las relaciones de pareja?

Ante este planteamiento, parece obvio que la aparición de aplicaciones y webs específicas de contactos han ayudado a que haya más infidelidades, pero hay matices que realizar. “Sí, es cierto, estamos ante una nueva realidad. Pero no hay que olvidar que las nuevas tecnologías no son más que una herramienta para cometer la infidelidad”, apunta Eva Jiménez.

“Están habiendo más infidelidades pero no solo porque la tecnología nos ayuda y lo hace más fácil. Estamos en un momento esencial de crisis de valores en el que también valoramos más la felicidad. Es una época de muchos cambios y muchos replanteamientos donde miramos más hacia adentro, hacia nosotros. Tenemos una idea de lo que debe ser la pareja, y si no se cumple empiezan las crisis. Las consultas de terapia de pareja han aumentado muchísimo en los últimos años”, señala.

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Sin embargo, y como la propia terapeuta apuntaba, las nuevas tecnologías ayudan o facilitan que las infidelidades se produzcan: “Las webs y apps están ahí, y quien no quiere afrontar el dolor de la relación puede recurrir a ellas con facilidad. Pero el que quiere ser infiel, lo es con o sin estas herramientas”.

Este tipo de sitios de internet ha abierto diversos debates sobre si deberían prohibirse o no. Para Eva Jiménez la solución sería bastante sencilla: “Yo haría como con el tabaco. Se vende, sí, pero lleva unas fotos que advierten de las consecuencias de fumar. Estas webs para infieles deberían incluir unos banners explicativos con datos como ‘Un elevado porcentaje de los infieles son pillados en su engaño’ o ‘Estas son las consecuencias emocionales que tu infidelidad puede causar en tu pareja’.

Engañar a tu pareja no siempre implica sexo

Ya lo afirmó de forma categórica Manuel Jabois en “Hay más cuernos en un ‘buenas noches’”, uno de sus artículos de opinión publicado en El País. Uno de los extractos de su texto habla sobre la cuestión de la fidelidad en la era de las redes sociales con total claridad: “porque un polvo dura mucho menos y es más discreto que coger el teléfono en una cena o en unas vacaciones y ponerse a echar de menos a otro”. Y no le falta razón.

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Tal y como profundiza Eva Jiménez, en este caso nos referimos a la infidelidad emocional. “Dar las buenas noches es un acto íntimo de la pareja antes de irse a dormir, y estar escribiendo a otra persona traspasa los límites de esa intimidad”, señala. Por tanto, no es necesario que haya un acto físico, es decir, sexo, para considerar que la complicidad entre nuestra pareja y una tercera persona es una traición como tal.

¿Cómo saber, entonces, cuándo estamos transgrediendo esos límites? “Preguntándonos si ese mensaje o esa llamada que vamos a hacer con la tercera persona en cuestión la haríamos de forma cómoda delante de nuestra pareja. Si la respuesta es que no, es porque sabemos que, en el fondo, estamos siendo desleales con ella”, explica la psicóloga.

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