Hablamos de 3D cuando la perspectiva que nos muestra un videojuego nos muestra tres dimensiones. Es decir, además del plano (anchura y altura), nos ofrece también profundidad, con lo que la experiencia se asemeja mucho más a la vida real.
Durante muchos años, la limitación de las dos dimensiones hizo que los videojuegos fuesen considerados un mero entretenimiento recreativo. Sin embargo, con la llegada del 3D y de un realismo cada vez más conseguido, también terminó llegando el estallido de los e-Sports. Eso sí, que un videojuego esté en 3D no significa que tenga por qué buscar reflejar la realidad, únicamente convierte la experiencia en algo mucho más atractivo y alucinante a nivel visual.
A día de hoy son muchos los desarrolladores que siguen basando sus experiencias en el 2D y el 2.5D, ¡y sus productos rayan a un nivel tan alto o más que el 3D!