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¿Es muy malo dormir con el móvil junto a la almohada?


“Si lo cargas mucho tiempo seguido la batería termina explotando”, “para secarlo mételo en arroz y listo”, “no lo utilices en una gasolinera porque puedes provocar un incendio”, y la mejor de todas: “dormir con el teléfono al lado provoca cáncer”.

El móvil se ha rodeado con los años de todo tipo de mitos y leyendas. Algunas medias verdades y otras simplemente invenciones amarillistas de aficionados a viralizar cosas en Internet.

El caso del móvil junto a la almohada es uno de los más conocidos y de los que más divisiones y debates generan. ¿Es realmente malo? La realidad es que millones de personas lo hacen todos los días, y todavía no se ha producido un genocidio tecnológico.

El principal argumento de los que piensan en el smartphone como un pequeño Chernóbil en potencia, es que estos dispositivos emiten ondas electromagnéticas perjudiciales para la salud. Y claro, como los tenemos al lado de la cabeza durmiendo, pues llega el apocalipsis.

Solo leyendo esto ya te puede sonar a chino, y es normal. Sin embargo, hay todavía muchas personas que siguen pensando que el microondas de la cocina también es peligroso. Por qué entonces no aplicar la misma lógica a tu iPhone de última generación.

Bueno, pues hay un buen fundamento científico detrás para descubrir la realidad detrás de este mito. Y no, no hablamos de la famosa luz azul, aunque eso también responda a la pregunta desde otro enfoque. En este post no te vamos a engañar. Hablamos de lo que prometemos.

Dormir con el móvil al lado: ¿bueno o malo?

Partimos de una lógica muy sencilla: hacer algo peligroso tiene un porcentaje más o menos alto de causarnos daños físicos o psicológicos. Hasta ahí todo bien. Esto es un juego estadístico: si lo hacen muchas personas, a una parte de ellas debería tocarle la lotería.

Es decir, que, si el móvil genera cáncer por sus emisiones electromagnéticas, aunque la posibilidad de que eso sucediese fuera muy baja, pongamos del 0,01%, la muestra es tan grande que alguien debería mostrar síntomas. Y la realidad es que no es así.

No existen estudios sobre cuántos millones de personas usan el teléfono de alarma, y por lo tanto lo colocan en la mesilla de noche mientras duermen, pero es fácil creer que no son ni una ni dos. Solo con esto el mito ya se cae por su propio peso.

Ahora bien, podrías pensar que en realidad sí hay víctimas con cáncer provocado por sus móviles, lo que pasa es que los médicos no han sido capaces de correlacionar ambas cosas. Pues también hay respuesta para eso.

De acuerdo con Alberto Nájera, vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), la radiación que emite un smartphone cuando no se usa es muy baja, y que no supone peligro alguno para la salud.

"De hecho, también lo es cuando se usa y se encuentra muy por debajo de los límites de seguridad", explica en declaraciones a Maldita.es. Es verdad que cuando estamos llamando o conectados a una red wifi, esos niveles aumentan, pero siguen sin llegar a umbrales considerables.

En esos momentos de alta actividad inalámbrica, un móvil se seguiría quedando entre 10.000 y 100.000 veces por debajo de los límites de seguridad que marca la International Commission on Non-Ionizing Radation Protection (ICNIRP).

"Cuando está en espera o reposo porque no lo estamos utilizando, el móvil emite muy poca radiación: podemos comprobarlo al fijarnos en la batería, ya que esta prácticamente no se descarga".

Un estudio como prueba

Para demostrar su hipótesis, el propio Nájera llevó a cabo un interesante experimento. Reunió a 75 personas voluntarias y le entregó a cada una de ellas un exposímetro. Debían llevarlo consigo durante 24 horas seguidas para recoger los datos.

Este aparato es capaz de medir los niveles de radiación y también de discriminar el lugar en el que se emiten y el momento del día en el que lo hacen. Es decir, si sucedía por el día o por la noche. ¿Cuáles fueron los resultados?

"Lo que observamos es que, en este último caso, cuando dormimos, la radiación desciende a niveles muy bajos", afirma. Son incluso inferiores a los emitidos por una radio. Y nuestros padres y abuelos nunca han tenido ningún problema.

La importancia de la proximidad y el efecto del wifi mientras dormimos

Patricia Llobet, investigadora del Programa de Radiaciones del Instituto de Salud Global de Barcelona comparte una visión parecida a la de Nájera, pero se muestra ligeramente más pragmática con las conclusiones.

La exposición que recibimos a lo largo del día y también de la noche, tanto de los dispositivos móviles como de los routers WiFi es muy baja y, de momento, no existe evidencia científica que demuestre los efectos negativos en la salud derivados de la exposición a dosis tan bajas”, explica a Saber Vivir.

Para defender esta postura apuesta por el tema de la proximidad. Es decir, la distancia a la que colocamos el móvil mientras dormimos, y cómo afecta eso a la intensidad de la radiación que recibimos en el cuerpo.

En principio, si el teléfono se encuentra en la mesita de noche, no está en contacto con nuestro cuerpo y no lo estamos usando, la exposición que recibimos es mínima”, sostiene. Unos pocos centímetros reducen drásticamente el peligro.

En cualquier caso, de seguir preocupándonos el tema y necesitando el smartphone para despertarnos por las mañanas, hay una solución. “Si lo que queremos es evitar que nos despierte el sonido o la luz de la pantalla cuando llegan notificaciones, es mejor usar el modo avión”.

¿Qué pasa con el tema del wifi? Podrías pensar que mantenerlo activado durante la noche es como fumar en medio de un pajar. Pues tampoco. La tecnología ya está sujeta a suficientes regulaciones como para que esto no sea así.

Normalmente el router del WiFi se encuentra alejado de nuestro cuerpo”, sostiene Llobet. “Además, emite una señal muy baja que sube solo cuando se usa para mandar o recibir datos”. Esto sigue siendo inferior a las emisiones generadas, por ejemplo, cuando hacemos una llamada.

No es malo dormir con el móvil, pero sí poco recomendable

Las preocupaciones de los científicos, sanitarios y demás expertos con el asunto de los móviles y la noche, no viene tanto por el lado de las ondas electromagnéticas. Tiene que ver más con la dichosa luz azul y lo que hacemos antes de cerrar los ojos.

Y es que tú mismo habrás notado que cuando te pasas la media hora antes de dormir chequeando Instagram y Twitter, después te cuesta mucho más conciliar el sueño. No es una alucinación, tranquilo.

Esto se debe a la mencionada luz azul, un tipo de iluminación muy similar a la que observamos en el cielo por el día, que intercede a lo bestia en nuestro ritmo circadiano. Ese que nos regula cosas como el hambre o el sueño.

Para dormir necesitamos que nuestro cerebro segregue melatonina, y casualmente la luz lo que hace es inhibir su aparición. Vamos que, mirar el teléfono antes de dormir es como engañar a nuestra cabeza haciéndola creer que es de día. Y claro, nada de dormir.

Dejando las redes sociales para última hora lo que estamos haciendo es torpedear al cerebro e impedirle que nos induzca el estado de relajación necesario para descansar. Algo que sucede 45 minutos después de estar en completa oscuridad.

Así que ya sabes, la próxima vez que vayas a meterte en la cama con el smartphone, antes que ponerte un gorrito de papel Albal, bájale el brillo a la pantalla hasta el nivel más bajo que te permita.

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