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Detroit: Become Human, el videojuego dónde cada una de tus decisiones es vital


Si dejas el gas abierto, puedes provocar un incendio. Si no aseguras las puertas del balcón, quizás un par de cacos se cuelen en tu casa. Cada acción, frase y gesto que decidimos hacer tiene una influencia directa en nuestras vidas. Incluso tú, ahora mismo, leyendo esto, podrías perfectamente estar alterando tu destino, abriendo y cerrando infinitas posibilidades.

Perdona que nos pongamos en plan Efecto Mariposa, pero te pondremos un ejemplo: si no estuvieras leyendo esto, quizás nunca sabrías de la existencia de Detroit: Become Human, un lanzamiento de PlayStation 4 que, con su llegada al mercado, promete revolucionar la industria del videojuego, mediante funcionalidades que dejarán a cualquier gamer como aquel enanito de Blancanieves: mudito.

Un poco de historia

Detroit: Become Human es la última criatura de Quantic Dream, una empresa comandada por el visionario David Cage. Con más de dos décadas de historia a sus espaldas, Quantic Dream se ha ganado un nombre en la industria porque saben combinar el lenguaje visual cinematográfico y la interactividad propia de los videojuegos, como si del mejor de los gin tonics se tratara. De esta mezcla, surge un storytelling único que ha enamorado a gamers de medio mundo.

Con cada nuevo juego, Quantic Dream lo ha petado: sus últimos tres lanzamientos, Indigo Prophecy (2005), Heavy Rain (2010) y Beyond:Two Souls (2013) ofrecían una narrativa jamás vista, en la que cada una de las decisiones que tomaba el jugador, cada línea de diálogo pronunciada, cada botón presionado, cada fallo y cada acierto, tenían una influencia en la dirección que tomaban la historia y los personajes.

Los gamers se han roto la cocorota largo y tendido, tratando de entender cómo era posible conseguir dicha narrativa. Era un secreto profesional al que los jugadores no tenían acceso… hasta hoy.

Tu destino se despliega ante ti

Detroit: Become Human no es distinto a los otros caramelitos de Quantic Dream: cada una de tus decisiones pueden costarle la vida (y la muerte) a los personajes bajo tu control: en este caso, podrás elegir entre tres androides diferentes, en unos escenarios que te trasladarán directamente al año 2038. Entonces, ¿este artículo es una tomadura de pelo? ¡No! Ahí va la gran diferencia: Al finalizar la pantalla, se desplegará un diagrama detallándote cómo las rutas que tomaste en la partida influyeron en el juego. Casi nada.

¿Eres impaciente? Si pulsas ‘pausa’, puedes comprobar el diagrama en tiempo real.

Es como si David Cage y su equipo hubiesen corrido las cortinas para desvelarnos los secretos más preciados de su trabajo. Y, teniendo en cuenta que el misterio y el secretismo son un must en la factura de estos juegos, esta es una decisión arriesgada y valiente que hará que los gamers más eclécticos se saquen el sombrero y, al ritmo de unas palmas, vociferen: “¡Qué grande eres, Quantic Dream!”.

Pero, ¿cómo funciona?

Antes de que te líes más que tus padres viendo Westworld, te proponemos un ejercicio para que sepas cómo funciona exactamente: imagina que estás en la pantalla Stormy Night. Eres Kara, una droide doméstica que tendrá que escapar con la pequeña Alice de las garras de un padre maltratador. La salida más segura es la ventana del dormitorio de la niña, pero sólo hay una manera de encontrarla abierta: quitando su seguro en A New Home, una pantalla anterior. No te lo decimos nosotros, ni una guía de juego, sino el diagrama que te guía, escenario a escenario.

Hay caminos enteros que te vas a comer con patatas si tomas esta o aquella decisión a lo largo de juego, pero ¡oh!, ¡sorpresa! Tendrás toda la información con respecto a tus equívocos y tus aciertos. Si odias dejarte cosas por el camino cuando juegas o tener que volver a cargar una partida perdida para descubrir dónde y por qué se torció todo, Detroit: Become Human es tu juego.

¿Transparencia? Detroit: Become Human lleva esa palabra otro nivel.

Lágrimas en las lluvias perdidas (y recuperadas)

Ya sea controlando a Kara, al robot policía Connor, o al droide vigilante Markus, la ciencia-ficción de Detroit: Become Human tiene ese olorcito tan rico, propio de películas como Blade Runner, Inteligencia Artificial o de series como Black Mirror. Igual que éstas, Detroit: Become Human reflexiona sobre nuestro presente y sobre un pasado no tan, tan lejano - a los droides de juego, como Rossa Parks, les obligan a sentarse en la parte trasera de los autobuses.

Pero, más allá de los parecidos razonables con la sci-fi que tanto nos gusta, el mayor potencial de Detroit: Become Human es lo mucho que se parece a la vida misma. Tienes que vivir -y continuar jugando- sabiendo que has tomado una mala decisión que puede afectarte, no sólo a ti, sino al resto de personajes de juego. Detroit: Become Human no solo sirve para jugar, te hace ponerte filosófico y pensar acerca de cuestiones tan humanas como la responsabilidad, la empatía, o el destino.

Para que luego digan, si todavía se atreven, que los videojuegos son cosas de niños.

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