Nos ha pasado a todos: nos compramos diez plantas con la ilusión de convertir la terraza de nuestro piso en un pequeño Amazonas y, ¡pumba!, en menos de lo que nos imaginamos se nos muere todo.
¿Lo peor? Que esto no solo aplica a esa bromelia tan mona que te cayó por San Valentín, sino que cada día, sin quererlo, de alguna forma u otra desgastamos e incluso lesionamos el lugar donde vivimos. Y aquí es donde los robots agricultores y el Internet de las Cosas cobran un protagonismo tremendo para ayudarnos a cuidar nuestro planeta.
Por suerte, a pesar de todo el daño que de forma directa e indirecta hacemos, hay un sinfín de iniciativas para dar un respiro a la Tierra, desde la creación de sistemas para el control de plagas asistidos por inteligencia artificial hasta el desarrollo de productos como el papel plantable, que permite que los folios pasen de ser enemigos, a ser aliados de los árboles.
Sensores de seguimiento del campo a la mesa
Los sensores RFID permiten hacer un seguimiento preciso de la cosecha recolectada, desde que se corta la planta hasta el lineal del supermercado, en el caso de la tecnología aplicada a la industria alimentaria.
¿Ventajas? Conocer detalles de los productos que vamos a consumir y permitir actitudes preventivas como, por ejemplo, descartar bolsas de ensalada provenientes de un campo donde se haya detectado una plaga. Pero esto no solo sirve para nuestro beneficio sino también, si así lo queremos, para nuestra consciencia: con la información en nuestro poder tenemos la oportunidad de ser más responsables y exigentes, adquiriendo únicamente productos obtenidos de manera respetuosa hacia el medioambiente.
¿Funciona solo para vegetales comestibles? No. Esta tecnología se puede aplicar a otros tipos de cultivos, con propósitos no siempre destinados al consumo final. Por ejemplo, se puede hacer seguimiento de muestras para analizar en laboratorios o de materias primas vegetales para la industria cosmética o farmacéutica.
Papel plantable para crear vida
¿A quién no le gustaría plantar un árbol y verlo crecer? Pero, claro, muchas veces, participar en una jornada de reforestación no es todo lo fácil que nos gustaría. Desplazarnos, encontrar el lugar para hacerlo, conseguir las semillas adecuadas al terreno… y luego está el hecho de que muy pocos de los árboles que se plantan realmente llegan a buen término.
Reforestar nos toca a todos, pero no todos podemos implicarnos todo lo que nos gustaría… ¿O sí?
Este es el desafío que ha asumido Sheedo y que te contamos en nuestra plataforma Pienso, Luego Actúo: papel plantable para que cada día estemos en contacto con una nueva oportunidad para la naturaleza. Si bien este papel plantable en principio no dará origen a un hayedo gigante, cada forma de vida, por pequeña que parezca, cuenta.
¿Te imaginas tus invitaciones de boda hechas con un papel de semillas, capaz de dar vida primero a tus ideas y después a una plantita? Aparte de ser un gesto de agradecimiento hacia el planeta por todo lo que te da, sería de un buen augurio tremendo, ¿no crees?
De la granja de Facebook al robot agricultor
Cuando pensamos en los nuevos empleos de la robótica, lo que más rápido viene a nuestra mente suele tener un tinte más bien futurista: ingenieros que rozan la genialidad y construyen cosas que a día de hoy no sabemos ni cómo utilizar, pero con las que ellos hacen auténticas virguerías; médicos operando con una precisión que ya hubiera querido el episodio final de The Knick, pero… ¿Agricultura robótica?
La agricultura no solo es un filón de la robótica, sino que ya es una realidad. Los robots en las plantaciones son cada vez más comunes y su misión pasa por mejorar la productividad, analizar las propiedades del suelo, retirar automáticamente la mala hierba, controlar el riego y hasta disminuir la necesidad de ayudas químicas en los cultivos.
¿Máquinas desplazando a los humanos? De hecho, el enfoque suele ser mucho menos catastrofista: máquinas ayudando a los humanos no solo para trabajar debidamente el campo, sino contribuyendo a mejorar la calidad de lo que comemos.
Machine learning para crear los cultivos del futuro
Seguro que, si alguien te comenta que están apareciendo nuevas razas de perros, gracias a cruces curiosos entre las razas que ya existen, no te sonará descabellado. Pero si alguien te dice que está mezclando dos familias lechugas diferentes para generar una tercera, igual te toma unos segundos asimilarlo y, sobre todo, imaginar el resultado.
Con el machine learning esto no pasa. Cada vez son más comunes los desarrollos que permiten recopilar los atributos de las semillas, los brotes, los campos y más, para analizarlos en conjunto y predecir la información genética y características de la cosecha por venir.
Además, esta información permite crear nuevos injertos y combinaciones que den lugar a vegetales con características diferentes a los ya conocidos.
Esto tiene un gran potencial para evitar que unas plantas “canibalicen” terreno de otras, para crear “superalimentos”, para abaratar cultivos permitiendo un mayor acceso a especies que ahora mismo puedan resultar prohibitivas para muchos bolsillos e, incluso, para aumentar la cantidad de materia prima disponible para la industria farmacéutica y similares.
¿Lo mejor? Que estos son solo algunos ejemplos y que cada día surgen nuevas ideas para que la tecnología y la naturaleza se den la mano.