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Estamos en la ducha y escuchamos música. Estudiamos o trabajamos y tenemos los cascos puestos. En el bus, en el coche, en el tren… No podemos dejar de disfrutar del último hit e incluso de canciones más antiguas que podemos escuchar a golpe de clic. Tenemos acceso, casi sin saberlo, a más de 45 millones de canciones a través de ordenadores, teléfonos móviles y otros dispositivos con conexión a internet.
Desde que la música en streaming está en nuestras vidas todo ha cambiado en un segmento que se lo pone más fácil que nunca a los usuarios y quizás no tanto a las grandes compañías de la industria que han tenido que adaptarse a los nuevos tiempos.
Estamos tan acostumbrados a escuchar música bajo demanda que casi se nos olvida que mucho antes era casi impensable si no tenías un CD o un casette (para los más mayores) a mano. El acceso que tenemos actualmente a todo el panorama musical (y la calidad si tienes algunos de estos móviles) no tiene precedentes. Y los ingresos, a pesar de ser música digital, no paran de crecer. Sí, sí, como lo oyes.
Los datos los ofrece Goldman Sachs, que afirma que la industria musical en streaming lleva varios años aportando más ingresos que la industria musical en formatos físicos. Ojo, esto no significa que consiga aún dar beneficios a todos los distribuidores, pues Spotify, por poner un ejemplo, actualmente sigue gastando más que ingresando. También Apple Music, Tidal y el resto de servicios de streaming son responsables del 75% de los beneficios de la industria musical discográfica.
Se escucha también más música en nuestro país. En España, por ejemplo, a principios del 2018 supimos que el consumo de música en streaming se había triplicado en los últimos dos años. Además, el 89% de los internautas españoles escucha habitualmente música a través de servicios de streaming, tanto de audio como de vídeo, según un informe publicado por la Federación Internacional de la Industria Discográfica.
El uso de streaming a nivel mundial es del 86%. El porcentaje que es exclusivamente de audio, a través de plataformas como Spotify o Apple Music, alcanza el 61% de media en el mundo, mientras que en nuestro país es del 63%.
Ya estamos convencidos que la música en streaming no solo es tendencia. Es todo un fenómeno que no para de crecer. ¿El contexto? Las redes sociales. Facebook, Twitter, Instagram o LinkedIn no son muy distintas de las aplicaciones musicales, como Spotify, Amazon Music e incluso Youtube Music.
Pongamos un ejemplo muy claro: Spotify. En esta red es posible integrar tus contactos de Facebook y enviar a tu muro las canciones que estás escuchando. Tanto es así que su versión web surgió por la necesidad de tener más presencia en redes sociales.
En su caso, el crecimiento de Spotify se ha disparado con la eclosión del móvil, las conexiones de datos (como la espectacular tarifa infinita) y esos planes familiares que han logrado conquistar a millones de usuarios. Actualmente la compañía cuenta con más de 80 millones de usuarios de pago, y a este ritmo es probable que no tarde demasiado en superar un hito singular: el de llegar a los 100 millones de usuarios.
También está el caso de SoundCloud, que se crea con la colaboración de sus usuarios, que comparten canciones entre sí. También Deezer permite compartir las canciones en Facebook o Twitter. Por lo tanto, la sinergia que hay entre las redes sociales y la música es más que evidente.
Estamos inmersos en un momento en el que no solo seguimos a otros usuarios en redes sociales, sino que también podemos seguir a nuestros artistas favoritos, a listas de reproducción o incluso a estilos de música distintos. Además, muchas canciones han sido todo un éxito gracias a la viralidad que se ha conseguido en social media. Pensemos en el caso del Gangnam Style, que pasó de las redes sociales a los escenarios internacionales.
O, cómo no, el caso de Thalía con el éxito viral que consiguió recientemente tras subir a redes su famoso “¿Están ahí mis vidas?”, que impulsó una canción de la que todo el mundo se hizo eco.
Estamos en la era de la globalización. No estamos descubriendo la dinamita, lo sabemos. Pero debemos tener presente que cada vez somos más internacionales en nuestros gustos. Lejos de creer que la música está conformada principalmente por la cultura, realmente no es así: hay un sustrato musical común que trasciende a todas las culturas.
Por ejemplo, podemos reconocer una nana o una canción romántica de cualquier cultura en sólo 14 segundos. Y además nos despiertan las mismas emociones, según un estudio publicado en Current Biology. De ahí a que la tendencia sea cada vez a escuchar juntos más música y, por lo tanto, el éxito del social music no parará de crecer.
Las marcas, es evidente, no son ajenas a esta tendencia, y empiezan a crear sus propias listas de reproducción. Por ejemplo, en Spotify lo saben y existen las brand playlist: “Haz que tus playlists sean de naturaleza editorial; no trates de convertirlas en un anuncio comercial para tu producto. Al igual que lo hacen otros usuarios de Spotify, muéstrale al mundo el tipo de música que le gusta a tu marca para ir de fiesta, en el auto o mientras disfrutan una taza de café”.
Las listas de reproducción unen las emociones o el estado de ánimo de los usuarios con los valores de las marcas. Además, estas listas o canciones se pueden compartir en otras redes sociales de forma sencilla, llevando la exposición más allá.
Es evidente que si tenemos que mirar a los ojos a una red social que sea la que marque la tendencia esa es Spotify. Básicamente por el número de usuarios, se ha convertido en “el Facebook de la música”.
Sin embargo, el principal problema para Spotify ─y para las otras compañías de música en streaming─ sigue siendo el de ser rentable. En su caso, Spotify siempre ha tenido pérdidas, pero el progresivo crecimiento en número de usuarios de pago podría suponer por fin la llegada de la rentabilidad para un servicio enormemente popular en todo el mundo.
De todos modos, la evolución del social music es imparable. Pronto veremos cada vez más funcionalidades sociales en los servicios de música en streaming, el audio marketing tendrá cada vez más protagonismo, habrá una mayor personalización con el desarrollo de la Inteligencia Artificial y, a todo ello, se sumará la realidad virtual, que ofrecerá nuevas experiencias.
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