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A cualquiera que haya visto la nueva película de Spielberg, Ready Player One, le han entrado unas ganas locas de poder entrar aunque solo fuera por un rato en aquel maravilloso mundo virtual llamado Oasis, y disfrutar de una experiencia en realidad virtual inmersiva de las de verdad.
La película se sitúa en 2045 pero, ¿cuánto nos queda realmente para poder poder cambiar totalmente de aspecto cada día sin arriesgarnos a que algún cirujano te haga una chapuza, o para viajar a donde queramos sin pasar por arcos de seguridad ni puertas de embarque? Para intentar resolver estas dudas, nos fijamos en las tecnologías de Ready Player One para ver hasta qué punto están desarrolladas en 2018.
El protagonista, Wade Watts, siempre se prepara poniéndose un traje háptico y subiéndose a la cinta omnidireccional cuando va a meterse en Oasis, pero nunca está realmente dentro hasta que no se pone sus gafas de realidad virtual. Y es que primero de todo hay que engañar a la vista, porque jamás lograrás la sensación de estar un mundo fantástico si estás viendo como tu padre remueve las lentejas.
Aquí es donde la realidad virtual está más desarrollada hoy en día, con visores potentes como Oculus Rift o HTC Vive. El modelo de Oculus destaca por su diseño, su ergonomía y una extensa librería de juegos y aplicaciones, mientras que el de HTC consigue una experiencia más inmersiva por sus gráficos y su reconocimiento del espacio, además de permitirte usar objetos reales como una raqueta de tenis. Eso sí, cuidado donde lo usas, no vaya a ser que tu hermano acabe con la mejilla roja y a rayas.
En la peli, vemos cómo el protagonista se compra un traje háptico con el que los estímulos recibidos en O.A.S.I.S. los vives también en la realidad. Así, el nuevo modelito de Wade Watts le permite sentir el tacto de una caricia de otro avatar, pero también el dolor de un puñetazo. Como para ponerte a jugar al Street Fighter con eso puesto.
Aunque todavía no se ha logrado un traje tan preciso, el Teslasuit (no tiene nada que ver con Elon Musk, que en bastantes fregaos está metido ya el pobre) se acerca mucho y al parecer saldrá al mercado a finales de este mismo año. Estará basado en electroestimulación para imitar el sentido del tacto y el peso, también ofrecerá sensaciones térmicas de calor y frío y lo más importante de todo: se podrá lavar. Porque si hay algo que sin duda rompería el encanto de la realidad inmersiva, es el olor de una camiseta al volver del gimnasio.
Para disfrutar de una realidad virtual realmente inmersiva, lo ideal sería tener un latifundio plano y desértico para poder echar a correr sin miedo a pegarte una leche, pero los de Ready Player One saben al precio que está el metro cuadrado en 2045, así que los personajes cuentan con cintas de correr omnidireccionales, una opción a priori más asequible.
Las cintas omnidireccionales se diferencian de una cinta de correr típica de gimnasio en que puedes girarte y correr en la dirección que te dé la real gana y ya existen algunos modelos como el Kat VR o el Vue VR.
La Vue VR está a la venta y es compatible con Oculus Rift y HTC Vive, pero cuesta más de mil euros y tiene limitaciones de peso, mientras que Kat VR será más completo pero de momento está enfocado a captar empresas e inversores.
En Ready Player One, la mayor parte de la población pasa más tiempo en el universo online de Oasis que interactuando en la vida real, por lo que los amigos y vecinos que tienen allí acaban siendo más importantes que los que tienen en su barrio, entre otras cosas, porque puedes lanzarles una granada si te enfadas con ellos.
Esto ya le puede estar pasando a mucha gente con plataformas como Second Life. Sus creadores querían adaptar ese mundo virtual a la VR, pero dificultades técnicas les han obligado a crear otra plataforma ya preparada para esta tecnología, Sansar, un universo virtual inmersivo en el que interaccionar y compartir experiencias a través de Oculus Rift o HTC Vive.
Por ejemplo, en Sansar puedes crear un espacio, meterte ahí y ver cómo los avatares con los que hablas mueven los labios mientras lo hacen. Puedes pensar que tú seguirás viendo tan solo a cuatro teleñecos parloteando pero, según un estudio de la Universidad de Stanford, las experiencias vividas en realidad inmersiva se recuerdan muy vivamente. Pruébalo y quizá te sorprenda.
En la película de Spielberg, los personajes cuentan con drones automáticos que les siguen para colocarse en la mejor posición y poder hacerles selfies imposibles que, si tuvieran que hacerlos ellos, deberían ser acróbatas en el Cirque du Soleil.
Los selfie drones ya son una realidad, como por ejemplo los drones de Xiaomi o el mini dron de DJI, que cuesta 500 euros en su versión básica y cuenta con tecnologías de reconocimiento facial y control de movimientos con las que podrás hacerte fotos tan solo mirando al aparatejo. Aun así, piensa en ellos como estudiantes rebeldes, te seguirán, pero tampoco esperes que lo hagan con demasiada fluidez. Y, si tus amigos son más fotogénicos que tú, puedes usar el palo selfie que ahora te sobra para cargarte su dron y dejarles sin fotazas.
Como has podido comprobar, quizá no tendremos que esperar hasta el 2045 para llegar a vivir una experiencia muy cercana a la de Oasis. Tan sólo hay que esperar que se junten las piezas del puzle para empezar a gozar a lo grande de todo lo que puede dar de sí la realidad virtual.
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