Pasa continuamente. Aparece cualquier noticia, como la voltereta que se marcó el futbolista iraní contra España, y en apenas unos minutos te llegan a tu móvil fotomontajes de risi risi.
Y, cuando no hay noticia, la cara de un niño o de un perro con un texto sobre una situación cotidiana te hace reirte solo y quedar como el loco del metro, para después compartirlo en tu muro o en Whatsapp. Porque, ya lo decía Charles Chaplin, un día sin sonreír (al recibir un meme), es un día perdido. Pero la verdad es que sabemos muy poco de este fenómeno que tanto nos ha dado, y no vamos a permitir que pase un solo segundo más sin que conozcas su historia.
Según Dawkins, los traspasos y evoluciones de informaciones genéticas se llevan a cabo a través de los genes, de modo que el traspaso cultural también tendría su propio concepto, el meme. Como un gen, el meme transmite información que compite con otros memes para sobrevivir y seguir evolucionando. El meme que más risa provoca, se expande y progresa, mientras que el que te deja indiferente se va directo al mementerio. Así que piénsatelo dos veces antes de no compartir un meme, sobre todo si está en peligro de extinción, porque es como si te lo estuvieras cargando.
Qué es y qué no es un meme
Para que un meme sea considerado como tal, tiene que cumplir con las siguientes características.
Mensaje
Tiene que tener un mensaje definido o referencia que sea entendida por una mayoría. Por ejemplo, una foto de tu amigo con un texto que solo vosotros dos entendéis no es un meme, a no ser que el aspecto de tu amigo ya sea cómico de por sí, y los internautas utilicen su imagen para memearse de la risa. Si en lugar de tu amigo, pones a la Rana Gustavo con un texto gracioso, es que vas por el buen camino.
Aceptación
Como si fuera un nuevo miembro de una secta, el meme tiene que ser aceptado y tuneado por una comunidad de gente. No puede permanecer estático sino que tiene que “evolucionar”, es decir, olvidar quién era y dejar que la comunidad haga con él lo que quiera sin rechistar. Vamos, como en una secta.
Maleabilidad
Cuando se modifica, el meme debe conservar ciertas características para seguir pareciéndose al original. Porque si en un meme sobre Bob Esponja cambias al bueno de Bob por Sergio Ramos sin motivo, la gente no entenderá un pimiento. Si se pierde la referencia, se pierde la gracia.
Viralidad
El meme tiene que llegar a un cierto nivel de popularidad para serlo, o su mensaje se quedará en nada. Una de las partes más importante del meme es su viralidad y sin ella es como tu foto de la comunión: una imagen con mucho potencial, pero que nunca saldrá de casa de tus padres.
Además, aunque habitualmente nos refiramos a un meme como a una imagen con texto, estos también pueden ser GIFs, vídeos virales o incluso aquellos audios de chistes que siempre te hace escuchar tu tío por Navidad. ¿Y por qué suelen ser de humor? Pues porque nadie quiere tener un amigo que le pase libros de astrofísica, en lugar de vídeos de gatetes.
El primer meme de Internet
Todos los hemos usado, los hemos visto y los hemos sufrido pero, ¿cuál es el meme original que comenzó a desatar toda esta locura? Es complicado saberlo con seguridad pero, paradojas de la vida, muchos indican que el padre de todos los memes podría ser un bebé. Concretamente, el Dancing Baby.
Quizá lo habías olvidado pero seguro que ahora te ha venido a la mente aquel baile hipnótico del bebé que se convirtió en el rey de los salvapantallas. Esta absurda maravilla la creó un diseñador llamado Michael Girard en 1996, para probar que el movimiento podría ser programado y proyectado a través de ordenadores. Recordad, 1996. Alguien lo convirtió en un GIF y, a partir de ahí, se convirtió en un fenómeno viral a nivel mundial a través de las cadenas de correos electrónicos, hasta el punto de llegar a ser representado en un capítulo de Ally McBeal. De ahí hasta llegar a los elfos navideños con las caras de tu familia solo ha sido solo cuestión de tiempo.
Pero los memes en Internet también tienen prehistoria y su versión cromañona ya estaban a nuestro alrededor mucho antes que nacieran las webs, por ejemplo cuando no podíamos quitarnos una canción de la cabeza y la poníamos en cualquier fiesta, o la adaptábamos para hacer letras graciosas.
¿Por qué lo están petando tanto?
El éxito de los memes hoy en día es tan grande que hasta cuenta con una especie de Wikipedia propia llamada Know Your Meme donde podrás encontrar los más populares y saber la historia de cada uno de ellos. Incluso existe un juego de cartas que puedes comprar por 25 euros para hacer los mejores memes con tu familia o amigos, el parchís del siglo XI.
Esta fama se debe a lo extremadamente fácil que es usar programas de edición de imágenes. De hecho, en algunos laboratorios ya han logrado que chimpancés puedan usarlos para hacer memes sustituyendo la cara de sus cuidadores por una troll face. Por supuesto, la facilidad de viralizar cualquier cosa que permiten las redes sociales y Whatsapp, también ha ayudado mucho a generar la tormenta viral perfecta.
Ahora, cuando vayas a compartir el próximo meme de Yisucrist sobre la cantada de David De Gea ante Portugal, ya sabes que toda esta movida la inició un bebé bailongo.