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La alimentación en tiempos del wifi y los robots


“…pasadas 4 horas, retire la pieza del horno, junte los restos de vegetales braseados, filtre los jugos y lleve al fuego durante 45 minutos. Filtre nuevamente, lleve a un cazo pequeño a fuego medio. No deje de remover mientras agrega roux frío hasta obtener la consistencia deseada: la de una perfecta velouté sin grumos”.

Así termina la receta de un pavo al horno “promedio”. Suena a cuento de hadas, pero puede ser que para cuando termines de leerla -y hacerla-, termine siendo un cuento de terror.

España es uno de los pocos países en los que la venta online de productos alimenticios (es decir, del supermercado) aún no ha despegado como se esperaba. Solo un 20% de los usuarios compra a través de este medio.

Y es que yo creo que nos encanta ir al super y toquetear los tomates (sin guante), mirar qué hay de nuevo y -sobre todo-, desconectar de todo y de todos perdiéndonos en nuestros lineales favoritos. Yo puedo estar -literalmente- horas haciendo la compra. Me gustan -me flipan- los mercados con pasillos gigantes de salsas y potingues preparados… ¡cuanto más raros, mejor! Disney se queda pequeño al lado de un buen mercado de barrio.

El tema es cuando volvemos a casa. Somos todos muy foodies hasta que nos ponen una olla enfrente. Y a todos nos encantan las salsas raras hasta que volvemos a la realidad y no tenemos la menor idea de cómo combinarlas, con qué servirlas o cuánto tiempo calentarlas.

Dicen algunos estudios que las cocinas (el lugar de la casa donde se cocina) como tales van a desaparecer. Entre las casas enanas, el delivery, los foodies que no guisan y las amas de casa -que, por suerte, ya no son lo que “debían” ser- el gasto de la compra en nuestro país cambió radicalmente.

Hoy gastamos mucho menos en materia prima y más en comida elaborada que nunca. La tendencia va en alza y no hay ni un supermercado sin su línea de comida “casera”

¿Has probado la tortilla de patatas del Mercadona? No le digas a nadie, esto queda entre tú y yo. Puedes encontrar todo tipo de comidas, y cada vez hay más y más platos. Todo comenzó con un salmorejo y la fabada del Litoral, pero ya puedes encontrarte con bocados ordenados por países: Comida de la India, Perú, China. Todo, todo a nuestro alcance. ¡Y hecho!

¿No vamos a cocinar más?

Paradójicamente, el caso es que nunca antes tuvimos tanta información para no arruinar AQUELLA receta estrella. Hoy tenemos a nuestra disposición, y a golpe de clic, las recetas de todo el mundo; con ingredientes, cantidades, tiempos, elaboraciones y tips que bien podrían ayudarnos a igualar -me fui muy arriba- o al menos acercarnos a la cocina de nuestras queridas abuelas. ¡Y en un abrir y cerrar de ojos! (¿Hola? 600mb de fibra de Yoigo son un abrir y cerrar de ojos por donde lo mires)

Disponemos de hornos eléctricos con conexión a internet a los que podemos controlar desde una app para que se calienten mientras llegamos a casa. Tenemos neveras con cámaras conectadas al wifi que nos muestran lo que hay en las estanterías, para no hacer compras innecesarias (¡o para controlar que nadie nos coma ese trozo de tarta de chocolate tan rico! “QUE TE VEO!”) y hasta podemos hacer pan, con el simple gesto de tirar todo a una cubeta la noche anterior y olvidarnos, para despertar a la mañana siguiente con olor a bollo recién hecho.

No sé si eso de que el espacio/cocina va a desaparecer será así, pero viendo todo lo que tenemos hoy en día para cocinar, me cuesta creer que el acto de cocinar vaya a extinguirse. Porque imaginando que -en el peor de los casos- el lugar pueda no estar, hoy en día tenemos soluciones para suplir la falta de espacio que bien podrían habérseles ocurrido a los creadores de los hoteles cápsula de Japón.

¿De qué estoy hablando? ¡De los robots de cocina! Cuecen, doran, fríen, hornean, sellan… y todo con una rapidez y precisión de cirujano, porque hay algunos que tienen inducción (el de Bosch, por ejemplo) y te permiten controlar la temperatura y los tiempos para que no pongas excusas y hagas -por fin- una crema pastelera sin que termine siendo una tortilla francesa dulce. Créeme que cuando era estudiante de cocina, uno de estos me hubiese venido la mar de bien… Aprietas el botón aquí y allá y listo, ya está.

¿Para qué sirve un robot de cocina?

Lo bueno de estos aparatos es que nos dan la posibilidad de mezclar la cocina de ayer con la de hoy. Las recetas de la tía con la tecnología del primo geek. Y nos ayudan a mantener viva la maravillosa costumbre de “hacer de comer”, algo tan bonito que nunca deberá perderse en ninguna casa que pretenda llamarse hogar.

Así que si no sabes cocinar, piérdele el miedo a los robots. Quizás la cocina deje de resistirse y encuentres en ella cosas que ni Google te puede enseñar. Y si eres cocinillas, ¿quién mejor que tú para sacarle el jugo a las nuevas tecnologías?

Mucha gente se lleva las manos a la cabeza cuando hablamos de robots de cocina en mis clases, pero yo siempre digo lo mismo: lo importante es cómo usamos las herramientas que tenemos. Por suerte, tienes que ser muy malo para que -sabiendo todo lo que sabes ahora- la próxima vez me pongas una excusa…

Conéctate, comparte, pregunta. Esto no es un artículo: ¡esto es el principio de una conversación! ¡Ah! Y por haber llegado hasta el final de la lectura, te invito a participar del sorteo de un robot de cocina al que solo le falta hablar (que mira que a mí no me dejan, que sino…)

¿Seguimos? ¡Nos vemos en las redes!

¡Sorteamos un robot de cocina súper tech!

Para que tú también des rienda suelta a tu pasión por la cocina sin dejar de lado tu lado techie, en Bloygo sorteamos un robot de cocina Bosch Autocook Pro Induction para todos vosotros.

Solo tenéis que rellenar este formulario y entraréis en el sorteo. ¡A participar para conseguir ser un rey de los fogones!

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