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Le podríamos dar las gracias a La Guerra de las Galaxias, que hizo una labor de difusión muy poderosa sobre el concepto láser: a George Lucas se le ocurrió que sus caballeros Jedi usaran como armas los famosos sables láser.
Nos quedamos en la cabeza con la idea de que un haz de luz era tan llamativo como poderoso, pero obviamente estaba muy lejos de las aplicaciones reales de la tecnología láser.
Para conocer su origen nos tenemos que remontar un par de décadas antes de la película, concretamente a 1960. Momento en el que Theodore Maiman construyó el primer dispositivo láser. Curiosamente no tenía mucha idea de qué hacer con él, más allá de experimentar.
Afortunadamente, le fuimos cogiendo el gustillo a la tecnología y las aplicaciones en la vida real no pararon de florecer, estando presente en todo tipo de escenarios: soldadura y corte, topografía, industria textil, comunicaciones, impresión, etc.
Pero si por algo podemos estar contentos y satisfechos es por la aplicación de la tecnología en la medicina y la salud en las últimas décadas, con una evolución que ha convertido al láser en un método no invasivo con excelentes resultados.
Es posible realizar procedimientos muy difíciles de practicar con otros métodos, como cortar, reducir hemorragias, coagular, tratar infecciones o acceder a cavidades del cuerpo humano de una manera mucho más sencilla.
Veamos con más profundidad cinco las aplicaciones más importantes de la tecnología en el mundo de la medicina:
Lo más relevante de utilizar láser es que permite realizar intervenciones, que antes hacíamos con regularidad, de una forma menos invasiva.
Un buen ejemplo son las que tienen que ver con corregir patologías de las vías urinarias.
Enfermedades como la hiperplasia benigna de próstata, común entre hombres mayores de 50 años se pueden tratar con láser con la misma efectividad que una cirugía convencional, con menos hemorragia y un postoperatorio mucho más corto (24 horas).
El agrandamiento de la glándula prostática puede provocar síntomas urinarios molestos, como el bloqueo del flujo de orina de la vejiga.
El láser se utiliza para cortar con mucha más precisión el exceso de tejido que produce el bloqueo.
Posiblemente sea el ejemplo más conocido por el gran público, ya que las operaciones de mejora en la visión suelen estar relacionadas con diferentes tipos de láseres que han ido evolucionando de forma significativa en los últimos años.
Podemos decir sin miedo a equivocarnos que el láser ha revolucionado la oftalmología, es una herramienta necesaria para trabajar la miopía, astigmatismo, presbicia o la hipermetropía.
Obviamente la ventaja del láser frente a otras alternativas es la precisión, actuando sobre la córnea sin necesidad de recurrir al bisturí.
Sin duda la operación de cataratas es la más frecuente en oftalmología, y la asistencia con láser consigue unos resultados más eficaces que los ultrasonidos.
Nos gusta ponernos guapos o mantenernos lo más jóvenes posibles, todo lo relacionado con la estética está dentro de una industria tan poderosa que no iba a hacer ascos a las virtudes del láser.
Podemos verlo aplicado en muchos procesos:
La hiperhidrosis es una enfermedad que hizo famosa David Broncano, que se ha pegado temporadas enteras de la Resistencia bromeando con su problema, que no es otro que la sudoración excesiva.
Pues se utiliza el láser en el tratamiento de la hiperhidrosis relacionado con axilas.
Más concretamente se extirpan las glándulas sudoríparas con láser, clasificándose como un método terapéutico mínimamente invasivo: el láser calienta las glándulas sudoríparas hasta el punto de quemarlas.
Como el caso de la hiperhidrosis se podría considerar como algo estético, pero creemos que es un problema mayor y como tal le dedicamos este apartado.
Las varices son dilataciones de las venas del sistema venoso superficial y profundo situado en las piernas.
El proceso consiste en quemar la vena con el láser, con una rápida recuperación. No necesita ingreso y es menos doloroso que la cirugía convencional.
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