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El fenómeno de hacerte mayor con FaceApp, ¿cuáles son los riesgos?


Antes de hablar de FaceApp... ¿sabías que este temazo lo va a petar hasta 2070, por lo menos? Si no lo has escuchado, no sabemos a qué esperas.

Si vivís ajenos a las redes sociales, posiblemente os hayáis librado de ver miles de imágenes de personas mayores, pero sabemos que esto es prácticamente imposible, ya que es difícil no encontrarse con alguien jugando con FaceApp, incluso los telediarios nos han dado la tabarra con las bondades y malicias de la aplicación rusa.

Con razón, se trata de todo un fenómeno social que lleva una semana invadiendo nuestras vidas en forma de aplicación móvil. ¿Qué es FaceApp? Pues es una aplicación que te permite cambiar tu rostro por completo, con bastante calidad, tirando de complejos algoritmos basados en inteligencia artificial.

Curiosamente es una aplicación que lleva en funcionamiento desde 2017, pero es durante estos días cuando ha vuelto a resurgir con un modo especialmente demandado por la gente: hacerse mayor. Sí, colocas una foto actual, o te haces un selfie, y FaceApp te convierte en un anciano.

Como el resultado es bastante atractivo, no hemos tardado nada en rellenar los timelines de Facebook, Instagram o Twitter, con nuestro yo del futuro. También es cierto que muchos famosos y gente influyente ha estado jugando con ella y eso siempre anima. Sea como sea, es el fenómeno de la semana y a ver cuánto dura.

¿Preocupado por tu privacidad?

faceapp

Al mismo tiempo que lo pasábamos bien con un proceso tan sencillo y efectivo, no han faltado voces criticando la política de privacidad de la aplicación, y los posibles usos que pueden hacer con nuestros datos. Todo sea dicho, nosotros lo estamos consintiendo.

Los millones de rostros que circulan por la red de redes también son un alimento muy nutritivo para el sistema inteligente en el que se basa FaceApp, algo que le permite mejorar los resultados. Pero cabe la posibilidad de que puedan ser compartidos con terceros, aunque aseguran que no lo hacen, así se refleja en los términos de esta viral aplicación.

Pero es cierto que es positivo utilizar estos fenómenos como un altavoz, pararnos a pensar en nuestra privacidad, en cuánto donamos de nuestras vidas a terceros. Ahondando un poco en FaceApp nos encontramos con entrevistas al creador - Yaroslav Goncharov - en las que asegura que los datos no se venden sin consentimiento.

¿Para qué quieren nuestras fotos?

La realidad es que FaceApp no hace nada muy diferente a lo que pueden hacer gigantes como WhatsApp, Instagram o Twitter, o miles de desarrollos menores que están funcionando a diario en las tiendas de aplicaciones, y no nos ponemos las manos en la cabeza. Aceptamos términos y condiciones que no leemos, ni nadie en un nivel superior al usuario se preocupa en revisar.

Repasamos algunos puntos de actuación de FaceApp:

  • Entrenar y mejorar el sistema IA de reconocimiento y transformación
  • Proporcionar contenido personalizado
  • Desarrollar y probar nuevos productos
  • Se pueden monitorear métricas relacionadas con el tráfico y patrones demográficos
  • Los datos valen para solucionar problemas tecnológicos
  • Insisten en que no venden ni comparten ningún dato del usuario con terceros

De joven a anciano pasando por la nube

faceapp

¿Y cómo funciona? Nos explican que el proceso es relativamente sencillo: suben la imagen que el usuario ha elegido, nunca otra que haya en el terminal, a continuación la ‘transformación a anciano’ se realiza en la nube. El resultado es compartido con nosotros y se queda guardado en la nube, siendo la mayoría eliminadas en un periodo de 48 horas.

Yaroslav hace hincapié en que el 99% de los usuarios hacen uso de la aplicación sin realizar un login en la misma, es decir, no inicia una sesión que permita crear una identificación. Lo que nos quiere decir es que tienen muchas fotos, pero poca información relevante con un usuario concreto.

En caso de mayor preocupación un usuario puede solicitar la eliminación de los datos de sus servidores, lo puede hacer desde la propia aplicación: soporte, reportar un error y se manda un correo con la palabra privacidad. Están trabajando en que esto sea algo más sencillo, pero al menos contamos con la posibilidad.

Este último punto es precisamente el más peliagudo, ya que incumple el reglamento GDPR que tenemos en Europa: si una aplicación recaba datos privados del usuario, tiene que proponer los mecanismos para poder acceder a ellos y realizar una copia de lo almacenado. Esto actualmente no es posible.

GDPR

Como es fácil dejarse llevar por el miedo a que nuestros datos duerman en espacio ruso, es importante conocer que las nubes en las que se soporta la aplicación no son rusas, pertenecen a Amazon y Google, así que en ambos casos la información está en el cielo cibernético estadounidense. Pero tenemos que decir que por ahora es así, en los términos dejan entender que pueden ir a parar al lugar donde la compañía pueda tener instalaciones.

Una responsabilidad a varios niveles

Lo dicho, somos bastante responsables de nuestras actividades en la red, así que tenemos que pensar dos veces las cosas cuando nos enfrentamos a una nueva aplicación, especialmente si vamos a compartir imágenes e información con ella.

Pero esto no es una excusa para exigir que haya autoridades a nivel europeo que revisen la seguridad/privacidad de cada servicio y aplicación que se pone en circulación. Son necesarias certificaciones que nos informen sobre la seguridad de los productos.

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